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jueves, 20 de agosto de 2015

Poner orden en el caos

Nivelar terrenos, cuidar las plantas para que luzcan bellas, decorar una habitación, mantener a punto el automóvil... Todas estas tareas plantean un reto común: poner orden en el caos. La acción humana dirigida a configurar los elementos a su medida. A que el entorno sea armónico. Para que todo funcione como debe.

Así es como ha procedido el hombre desde el paleolítico. Desde que se iniciaron los primeros atisbos de inteligencia, de racionalidad. Poniendo orden en el caos y organizando lo que le rodea a su gusto y medida.

Y esta necesidad de que las cosas estén en su sitio y funcionen como deben, se manifiesta con más intensidad en unas personas que en otras. Razones culturales, familiares y de otra índole conducen a que sea más intenso ese sentir, ese llamado.

Y, para mi gusto, la cúspide de esta necesidad de orden, de esta urgencia por configurar las cosas a nuestra medida, se manifiesta en los grandes proyectos científicos actuales: El CERN, donde miles de científicos trabajan coordinadamente para arrancar a la naturaleza sus últimos secretos. O la NASA y la ESA donde también miles de trabajadores planifican, diseñan y construyen también de forma coordinada y con una precisión extrema los satélites espaciales que viajarán millones de kiómetros por el vacío sideral....

Cada ámbito de la acción humana supone una lucha continua por establecer el orden donde anteriormente había caos.

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