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domingo, 31 de marzo de 2013

The Pueyo´s learning english method

Poco a poco voy afinando el método a desarrollar en mi renovado interés por aprender inglés. Se trata de un procedimiento personal que se va decantando según pasan los meses y que voy puliendo gracias a la enorme disposición de recursos que nos ofrece Internet.

Mi caso es un poco especial, aunque supongo que también les ocurre a muchos de mis paisanos que, bien pasada la cincuentena, nos hemos empecinado ya no en aprender sino en DOMINAR la lengua anglosajona. El reto, desde luego, es monumental.

Os explico, brevemente, los fundamentos del método que he ido articulando, un poco sobre la marcha:

En primer lugar hay que partir de una fuente de MOTIVACIÓN, de algo que nos atraiga y nos atrape. Que le de sentido al enorme esfuerzo de aprender esta lengua tan intrincada para los latinos.

Yo he encontrado esta motivación en mi deseo de entender las actualizaciones semanales de los avances del robot Cusiosity en Marte. Por extensión, también me encantaría poder entender lo que se dice en el canal de TV de la Nasa y, por supuesto, los últimos desarrollos científicos sobre naves espaciales explicados en inglés. Evidentemente, cada cual debe buscar su energía motivadora en el campo que más le interese.

En segundo lugar es básica la CONSTANCIA EN LAS ACTUACIONES. No fallar ni un solo día en mi propósito de estudiar al menos 30´ y de mantenerme en otras estrategias que ahora explicaré. Hasta ahora lo vengo logrando desde que empecé en septiembre-12.

Después hay que DISEÑAR UN MARCO TEMPORAL  en el que se van a desarrollar las distintas actividades: todos los días la lección de inglés, cada mes aprenderme de memoria un discurso de la NASA, cada semana dos canciones de memoria... Así hasta septiembre de 2014 cuando será el momento de evaluar lo aprendido y preparar nuevas estrategias de aprendizaje y continuación.

Aunque no se muy bien el juego que me puede dar, YO LE HE CONCEDIDO MUCHA IMPORTANCIA A LA MEMORIZACIÓN. Y hasta me he preparado una libreta con todos los textos, que me llevo a todas partes.

Intuyo que, en su momento, se producirá una transferencia entre lo memorizado y el habla espontánea, aunque de momento, todavía no he experimentado ese efecto.

Utilizo mucho el  GOOGLE TRANSLATOR para verificar mi correcta pronunciación y guardar el historial de todo el vocabulario y las frases que voy aprendiendo.

También uso mucho EL DICCIONARIO WORDREFERENCE para comprobar la transcripción fonética de las palabras con más dificultad.

Sé que hay muchas más herramientas y recursos en la red. Por ejemplo el blog para aprender inglés es excelente. Pero no me quiero dispersar. De momento voy bien en esta línea de trabajo.

En el instituto llevamos ya varios meses, unos cuantos compañeros, dedicando los recreos de los miércoles a conversación en inglés. Es también una buena manera de cultivar la comprensión y expresión oral. En este terreno es donde me veo más verde. También estoy apuntado a la página Mylanguageexchange.com, aunque estoy esperando hablar un poco mejor para meterme más de lleno.

Respecto a la memorización, he llegado al punto de planteármela de forma sistemática y casi profesional puesto que es la única manera de llegar a mi meta de memorizar 24 discursos de la NASA y 100 canciones en inglés para septiembre de 2014.

La clave de mi método es la experimentación. Probar ideas y estrategias que se ajusten a mi perfil. Rectificar y cambiar el rumbo del aprendizaje en función de cómo se va desarrollando todo...

No sé en qué grado, pero estoy plenamente convencido de que, finalmente acabaré aprendiendo la lengua de Shakespeare.

¡Un saludo, amigos peripleros!
¡Felices vacaciones de Semana Santa!

domingo, 24 de marzo de 2013

Fascinación por los cohetes

Tendría que remontarme a mi infancia, de niño, en el pueblo, cuando después de quemar los coscojos en la imponente hoguera que señalaba el comienzo de las fiestas, los alguaciles prendían fuego con indisimulado nerviosismo a las mechas de los cohetes que partían raudos hacia las negras alturas de la noche.

Todo el ceremonial me producía una enorme fascinación. El fuego, la música, la gente bailando y, por supuesto, los cohetes y los fuegos artificiales desplegando sus chispas multicolores al tiempo que se consumían en su rápida y vibrante efímera vida.

Esa primera noche de víspera de fiestas marcaba el ritmo de posteriores espectáculos con fuegos de artificio y nosotros, los mocetes, siempre presentes, en primera fila, muy atentos al protocolo y asombrados ante las desbordantes brillantes irisaciones que desprendían los fuegos en su fugaz enérgica despedida volando hacia el cielo.

Tanto me impregnaba del magnetismo de la pólvora quemada que, finalizadas las fiestas, yo continuaba -a menor escala- con la demostración, preparando mis propios cohetes con varias cerillas agrupadas con papel de plata y ensayando distintos formatos para ver cuál de los diseños llegaba más alto.

Con posterioridad, con los amigos, conseguimos hacernos con pólvora de verdad y gracias a la aparición, por aquel entonces, del celo adhesivo, recrear a nuestra manera -aunque burdamente- la quema de fuegos artificiales.

La fuerza de reacción, el impulso que lanza al cohete hacia lo más alto siempre me ha producido una gran fascinación y asombro. Y creo que un éxito básico de nuestro proceso de humanización ha consistido, precisamente, en haber desarrollado la capacidad de desafiar a la fuerza de gravedad y ser capaces de escapar de nuestro ineluctable cautiverio aquí en la tierra.


Y, en la actualidad, gracias al enorme desarrollo de la cohetería espacial, somos capaces de enviar complicadas máquinas hasta el rincón más alejado de nuestro sistema solar y más allá. El universo entero se halla a nuestro alcance.

Por eso, cada vez que se produce el lanzamiento de una misión y la cuenta atrás llega a cero, todavía me estremezco al contemplar las rugientes llamaradas de esos monstruos tecnológicos impulsando con su desbordante energía sofisticadas naves espaciales. Y cada vez se incrementa más mi deseo de estar allí en persona, de volver de nuevo a los orígenes y contemplar -a una escala mucho mayor- la impresionante exhibición de su majestuoso ascenso a los cielos.      

domingo, 17 de marzo de 2013

La "fólmula"

Sí, amigos, lo confieso. Hay temporadas en las que padezco ansiedad, agobio, nervios o como queráis llamarlo. Por "c" o por "b" la vida se encarga de ponernos a prueba de vez en cuando y algunas veces con mucha frecuencia.

Y, en mi caso,  gran parte de la carga ansiógena proviene del trabajo: muchos alumnos con dificultades de aprendizaje y una impresionante trayectoria de fracaso escolar, familias que lo están pasando muy mal a las que la crisis ha acentuado más sus desgracias, profesores que demandan soluciones rápidas para casos de difícil solución, desencuentros debidos a la falta de comunicación y coordinación y la propia institución escolar con sus inercias y sus déficits muy difíciles de cambiar.

A todo esto hay que añadir la ya de por sí compleja interrelación en la familia, con la mujer, las hijas, los abuelos... Sin obviar, claro está, la actual delicada situación económica y social que tampoco da para muchas alegrías...

Así que ya hace un tiempo me puse manos a la obra para tratar de mitigar los perniciosos efectos de la angustia. Siempre desde la perspectiva de que ante un problema, lo importante es dar algún tipo de respuesta.
Y he encontrado que el ejercicio físico (en mi caso la natación) constituye un elemento básico del tratamiento de la ansiedad. Hasta el punto de comprobar de qué forma tan radical cambia el enfoque mental de un problema antes y después de nadar. Como digo, mano de santo.

La segunda estrategia de respuesta consiste, sencillamente, en hablar. Mejor con amigos y personas de confianza, pero si no están a mano, pues se habla con quien se pueda. A veces les digo a mis alumnos que yo les tendría que pagar a ellos sólo porque me escuchan. En muchas ocasiones la clase se convierte también en una forma de terapia personal.

La tercera pata de mi banco anti estrés es la fijación de objetivos concretos y realistas de cara al futuro. Que su logro exija un moderado nivel de dificultad y que queden bien establecidos y repartidos en el tiempo. Por ejemplo, escribir cada día un capítulo de un libro con una fecha tope determinada, o estudiar todos los días inglés para conseguir un buen nivel de comprensión-expresión en el plazo de dos años o la decisión de ahorrar determinada cantidad de dinero al mes.

Finalmente, mi cuarta vía anti ansiedad se concreta en la importancia de mantener un razonable equilibrio emocional. Y para ello es clave cuidar las relaciones con las personas más cercanas (mi familia) y con los compañeros del trabajo. Resolver de la mejor manera posible los conflictos cuando surjan, siendo consciente de que el conflicto y el desencuentro son inherentes a la vida en pareja y en sociedad.

A todo ello podríamos añadir la importancia de mantener una buena alimentación y descanso, cultivar un ocio variado y creativo y cuidar el círculo de amistades.

Quizás no llegue a encontrar la felicidad o el nirvana, pero la implementación de todas estas medidas, os aseguro que me ayuda -y mucho- a tirar para adelante.

Saludos, amigos peripleros... Y que tengáis una estupenda semana.


sábado, 9 de marzo de 2013

Buceando en la génesis de nuestra identidad

Le seguía la pista al "Human Brain Proyect" o Proyecto Cerebro Humano, desde que un día, en mis habituales escarceos por las estanterías del VIP´s leí en una revista de Investigación y Ciencia el proyecto de varias universidades y centros de investigación europeos de... ¡modelizar el funcionamiento del cerebro!

Me quedé pasmado. Estupefacto. ¡Ya nos atrevemos con "eso"! Nos lanzamos a las profundidades de nuestro órgano más complejo con la exótica misión de descifrar sus misterios. ¡Qué fuerteeeeee!

Me puse en marcha para conocer más a fondo el proyecto y, enseguida di con la web de referencia (que, para variar, está en inglés). Todavía me asombré más al conocer con mayor detalle la envergadura de la magna y  atrevida aventura...

Hace poco me entero que la Unión Europea ha dotado con 1.000 millones de euros el proyecto y, que la cosa va en serio. Que para el año 2020 esperan tener ya bastante avanzado un cerebro "in silico" con el que poder modelizar desde enfermedades mentales hasta procesos de pensamiento y análisis. Supongo que también se meterán con las emociones, con los sueños, con los pensamientos obsesivos, con las alucinaciones, etc.

Cuanto más buceamos en la génesis de nuestra especie, más importancia cobra el hecho de determinar en qué momento, bajo qué circunstancias, nuestros antepasados emergieron de su animalidad y empezaron a tomar conciencia de ellos mismos. Y ahora, nosotros nos encontramos con una herramienta fabulosa dotada de una extraordinaria capacidad de computación y queremos saber más y más sobre su funcionamiento...

No se sabe si fueron necesarias una o varias mutaciones genéticas o la importancia que tuvo, por ejemplo, el consumo de carne rica en proteínas o el reforzamiento de los vínculos sociales al vivir en tribus o algo asociado también con la génesis del lenguaje. El caso es que, a fecha de hoy, si algo nos caracteriza y nos diferencia del resto de las especies animales es la conciencia de ser nosotros, de construir elaborados metalenguajes, de construir conocimiento sobre el conocimiento y, sobretodo, de ser capaces de reflexionar sobre el contenido de nuestras reflexiones.

Cuanto más aprendemos y más sabemos sobre el funcionamiento de nuestro cerebro más nos cuesta creer que la materia inanimada, el polvo de estrellas del que provenimos haya devenido, con el paso del tiempo y de forma casual, en materia pensante.

He encontrado algunos blogs que también hablan sobre el tema. Os recomiendo:

- Roberto Colom
- Pilar Quijada. Cosas del cerebro
- Veus CCCB