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martes, 13 de mayo de 2014

Fortunata




















Os presento a Fortunata. Su nombre proviene directamente del latín fortunatus (afortunado/a). Y, realmente lo ha sido desde el momento que ha abandonado su mísero anonimato para trasladarse al estrellato de mi blog y, por extensión, al mundo entero.

Mi historia propuesta para Fortunata comienza en sus orígenes (Los Pirineos) donde hace unos 50 millones de años en el período Oligoceno-Mioceno emergió formando parte de un conglomerado rocoso que dio lugar a la cumbre de un montaña (por ejemplo, el pico Argualas). Allí pasó mucho frío y aguantó mucho viento y tempestades. Hasta que un día la gran roca de la que formaba parte, se fracturó por efecto de la enésima helada y comenzó a rodar, a rodar, hasta que llegó al río Gállego.

Milenios y milenios de crecidas y desbordamientos del río hicieron que Fortunata fuera puliendo sus afiladas aristas y volviéndose más suave y redondeada. Y posteriores avenidas del río Gállego a su desembocadura la llevaron a las inmediaciones de la huerta zaragozana donde después de miles y miles de vueltas del arado, afloró de nuevo y quedó (no se sabe por cuánto) fijada al camino por el que voy todos los días al instituto.

¡Enhorabuena, Fortunata! Has aguantado los embates del tiempo sin deshacerte totalmente. Has conservado incólume tu integridad.  ¡Si pudieras hablar, seguro que me contarías cosas muy suculentas!

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