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miércoles, 17 de febrero de 2016

Trámites y más trámites

Va a hacer ya casi un año desde el fallecimiento de mi padre y todavía no hemos finalizado los trámites de la herencia. Desconocía este ámbito de las tramitaciones pero he tenido tiempo más que suficiente para darme cuenta de lo correosos que pueden ser los procedimientos para hacerse heredero. 
Y eso que hemos contado con los servicios de un abogado. No quiero ni pensar en el calvario que hubiera supuesto el intentar ir por libre. Ponerme yo mismo a realizar las distintas gestiones.

Ya casi me he acostumbrado a la jerga profesional al uso en estos menesteres: certificados de últimas voluntades, copia simple, copia autorizada, certificado de defunción, testamentaría, bien privativo, aceptación de herencia, impuesto de sucesiones, registro de la propiedad y, naturalmente, notaría, mucha notaría.

Los procedimientos notariales se me antojan más como algo propio de la edad media que de los tiempos actuales. Si ya existen los certificados digitales y el DNI electrónico, no entiendo tanto celo para acreditar mi identidad o para justificar que mis padres eran mis padres. No lo entiendo, claro está si no es por el interés -no declarado- de los notarios para seguir existiendo. Para hacerse imprescindibles.

En las sociedades avanzadas se prima la innovación, el ensayar distintos métodos para resolver un mismo problema. Desgraciadamente en la sociedad española actual todavía persisten inercias y sinsentidos muy arraigados y resistentes al cambio.

Y no hablemos de los gastos que suponen todos estos procedimientos. Tal como están las cosas no me extraña que, en la actualidad, se registre una avalancha de desestimientos, de no aceptaciones de las herencias.

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