Llevo unos días preguntándome por la utilidad del saludo y de las despedidas. Algo tan sencillo como decir "Hola, buenas" o "Adios, hasta luego". Y reconozco que el detonante de esta interpelación ha sido el vivir recientemente situaciones en las que me he encontrado con personas que no saludan ni tampoco se despiden.
Aunque muchos de ellos suelen ser jóvenes, no me referiré en exclusiva a este sector de población. El omitir los saludos o las despedidas afecta a todas las franjas de edad.
Y creo que las fórmulas de cortesía tienen su sentido, sirven para mucho.
Son una forma de iniciar la conversación, de intercambiar puntos de vista. Suponen una facilitación del comienzo del intercambio de información o de la expresión de nuestros sentimientos, posibilitan la empatía, el conocimiento de nuestros iguales, la aceptación del otro....
Y lo mejor de todo es que no tienen coste alguno. Son gratuitas.
Creo que -por comodidad- se han ido dejando de lado las fórmulas de cortesía. Un empobrecimiento de recursos y capacidades comunicativas de muchos individuos. Y me da la impresión de que bastantes ni siquiera son conscientes de padecer tal déficit. No lo hacen a mala idea.
Dado el poder de modelado de las televisiones, quizás con su apoyo se podrían realizar campañas de civismo para concienciar a la población sobre la utilidad de los saludos.
No veo, sin embargo que las cosas lleven esos derroteros. Más bien al contrario.