La jornada electoral tiene ese otro componente del que casi nunca se habla. Es un momento de encuentro, de saludos, de verte las caras con los que habitualmente compartes jornada diaria. Y no es algo baladí. Ya se sabe que en nuestro país, el tejido social se articula, mayormente, en los bares y terrazas y, con más intensidad, en las familias. No somos muy proclives a asociaciones. Que se lo digan a la asociación de vecinos de mi barrio. Muchos hemos ido y venido pero pocos nos hemos quedado. A diferencia de otros países, aquí todavía funcionamos un poco en clave de clan. De tribu. De camarilla.Por eso hay que celebrar estas jornadas en las que, independientemente, de nuestra filiación o de nuestra ideología, todos coincidimos en una cosa: la necesidad de votar, de manifestar nuestra opinión y elegir la opción con la que nos sintamos más identificados.
Democracia: gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. A ver si acertamos. El pueblo no suele equivocarse aunque a veces se deja llevar por cantos de sirena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario