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viernes, 31 de mayo de 2019

Abejares


"He dejado órdenes de que me despierten en cualquier
 momento en caso de emergencia nacional,
 incluso si estoy reunido con el gabinete".
Ronald Reagan

En unas zonas se llaman colmenares, en otras hornales y en mi pueblo, abejares. En cualquier caso estas "viviendas para abejas" poco a poco, se han ido quedando deshabitadas. Y detrás de si han dejado un reguero de episodios, capítulos y aventuras que, poco a poco va cayendo en el olvido.

Fueron nuestros padres, nuestros abuelos y bisabuelos los que alimentaron la ilusión y la esperanza de recoger al final del verano el dulce néctar de los himenópteros. Ellos encontraban en esta práctica una forma de conseguir algún ingreso complementario y, en todo caso, un alimento de primer nivel que casaba con todo.

Esfuerzo, paciencia y dedicación. Y la reiteración año tras año de un ritual que tenía más de arte que de trabajo en si mismo.

Cada visita al colmenar presentaba un matiz diferente. Algo así como una versión reducida de una corrida de toros. La verdad es que nunca sabías si podrías redondear la faena o si, en todo caso, sufrirías algún que otro picotazo -una versión apócrifa de las famosas cogidas del toreo-


Sirva pues este pequeño reportaje de recuerdo y honra de los esfuerzos de nuestros mayores. Tengo para mi que cada colmenar abandonado se puede colocar sin rebozo alguno al mismo nivel que cualquier resto arqueológico "oficial".

Y como frecuentemente me comenta mi amigo Javier Cay, estos símbolos de la intrahistoria de los pueblos y aldeas tienen todo el derecho del mundo a reclamar su lugar en el relato de lo que acaecía entre la gente sencilla allá, en tiempos pretéritos.

Mucho trabajo queda por hacer en este ámbito: elaborar un censo de abejares abandonados en Aragón; reescribir la historia de lo que -habitualmente- ocurría en sus interiores; de las ilusiones y los afanes  de sus propietarios y del excelente producto que allí se recolectaba.


A los que os gusta la miel, a los que admiráis la labor constante y meticulosa de las abejas y a los que como Javier, Serafín o yo mismo, creéis que la historia del día a día de la gente de a pie de los pueblos merece la pena que también sea contada.

A todos vosotros; gritad conmigo: ¡¡¡Larga vida a la apicultura tradicional!!! ¡¡ Honor y honra a los abejares escachados!!  ¡¡Viva la memoria de nuestros abnegados antepasados!!

1 comentario:

  1. Si es verdad que tenemos que contar y dejar constancia de nuestra historia y peculiaridades, nada se tiene que perder.
    Lo que vimos e hicieron nuestros mayores no tiene que caer en el saco roto del abandono.
    En tu mundo de la apicultura haces bien en reivindicar esta afición.
    Me ha gustado lo del abejar y la arqueología, multitud de avejares hay abandonados.
    La miel y el hombre, todos somos parte de todo.
    Precioso artículo reivindicativo que quiere buscar el lugar que le corresponde,...lo conseguirás.
    Un abrazo de Javier

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