¡Quién le iba a decir a mi abuelo Pedro, agricultor de toda la vida, que su nieto, gracias a Internet iba a celebrar, con el mundo entero, el Año internacional de la agricultura familiar!
Claro que, antaño, toda la familia, de forma solidaria se empleaba a fondo y sin malas caras en las tareas agrícolas.
Los de mi generación vivimos muy de cerca esos usos, esas costumbres y, en parte, nuestro carácter se ha forjado a base de trabajo en tórridos veranos en el rastrojo segando la mies, acarreándola y trillándola luego en la era. ¡Qué tiempos!
Porque ser natural de un pueblo de agricultores y ganaderos y estar embebido desde niño de esa cultura, marca, deja impronta.
Así es que, muy gustoso me uno a esta celebración y comprendo perfectamente los afanes y desvelos de los actuales agricultores siempre pendientes del cielo, de la ansiada lluvia, del peligroso granizo...
¡Va por ellos!
- Enlace a la página del Año internacional de la agricultura familiar.
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