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viernes, 6 de septiembre de 2019

¡Hay uva para todos!


Encuentra lo que temes y vive allí.
Chuck Palahniuk

Tengo en el jardín una parra de uva moscatel y raro es el año que puedo disfrutar del "producto" en su totalidad.

Primero son las hormigas que, diligentemente, escalan la pérgola y atacan en formación y con gran maestría. Les siguen las avispas que rematan la faena sorbiendo el resto de dulce néctar de los granos. Lo dejan todo niquelado.

Como no pueden con tanta uva, los paséridos continúan con su labor y, para rematar la faena, las colúmbidas también se suman al festín picoteando con energía hasta desprender los frutos para llevárselos con elegante vuelo.

Al principio me indignaba. No soportaba la impunidad con la que los bichos se apropiaban del producto de mis desvelos. ¡Con toda su cara! Me ponían enfermo.

Urdí mil y un planes para defender mi propiedad: puse papel adhesivo para desincentivar a las hormigas, redecillas contra las avispas y bolsas protectoras de papel para proteger los racimos de los pájaros; pero como si no.

No tardé mucho en comprobar que la constancia y la contumacia de los animales puede con cualquier obstáculo. Las hormigas encontraban veredas alternativas, las avispas penetraban por otras oquedades y los pájaros aprovechaban los días de lluvia para picotear el papel de las bolsas protectoras.

Así que, finalmente, he llegado a la conclusión de que hay que repartir. Que no hay más remedio que distribuir las uvas entre todos los agentes interesados. No queda otra.


Es más, de lo que venía siendo un problema he acabado adoptando la solución como una filosofía: hay que repartir. Todos los seres vivos tienen derecho precisamente a eso. A vivir.

El viejo paradigma egoista de "todo para mi" ha tocado fondo. Vivimos tiempos de sensibilización con animales y plantas. De respeto al entorno. De comunión con la naturaleza.

Atrás han quedado los agresivos tratamientos de los 70. Recuerdo que incluso se vendían productos químicos para rociar las frutas y así que no se las comieran las aves. Egoismo. Egoismo puro.

Es más, generalizando este razonamiento y aplicándolo a la situación mundial actual, podríamos afirmar algo parecido. El capitalismo salvaje que sólo busca el enriquecimiento de unas pocas personas está -me parece- condenado al fracaso.

En el estadio actual de desarrollo tecnológico, ya no sería necesario trabajar tantas horas, adquirir los productos tan caros, pagar sueldos de miseria a los trabajadores, luchar para conseguir más riquezas... etc, etc.

Las sociedades pueden ser mucho más armoniosas si se introyecta la idea de que el reparto es bueno y positivo para la humanidad entera.

Sí, señores. ¡Hay uva para todos!

4 comentarios:

  1. Racionero e invitación, basta ya de poner fronteras y de medir la pertenencia.
    Libertad y armonía suma, con los seres de la natura.
    Sensibilidad plena demuestras y ningún egoísmo.
    Has creado un vergel donde todos son bienvenidos.
    Qué le vamos hacer.
    Saludos de Javier.

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  2. Me pasa algo parecido y batallo comiéndome las uvas un poco más verdes y ácidas y dejando las maduras ya marcadas.

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    Respuestas
    1. No queda otra. Hay que compaginar el propio deleite con la atención a la natura.

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  3. Si señor. No queda mas remedio que compartir. Eso es lo que yo llevo haciendo algunos años. Protejo los mejores ramimos con bolsas pero dejo el resto para disfrute de avispas, abejas y gorriones.

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