En mis observaciones psicológicas de medio pelo, voy encontrando ciertas clasificaciones que -a mi- me facilitan el entendimiento de lo que ocurre en mi entorno; de mi propio comportamiento y del de los demás.
Una muy sencilla que adiviné hace poco es la de personas cuyo principal impulso es el deleite, la contemplación y la reflexión y otras que optan más por la acción.
Vaya por delante que no presupongo que un posicionamiento sea mejor o más adaptado que el otro. Lo que me intriga (y de ahí la reflexión) es el motivo o la causa por la que cada cual se decante por una o por otra opción.
Puedo hablar por mi mismo y por la experiencia recogida de la conducta de varios amigos. En todos los casos que estudio aparece con claridad la división que comento.
Mi caso está claro. Pertenezco a la categoría de los que optan por "hacer cosas". De los que no pueden parar. Y me inquiero por las causas de tal tendencia.
Sin estar muy seguro de ello, lo achaco a mi particular devenir en la infancia; a las personas que me han rodeado y a las tareas que se dedicaban en su momento. También intervendrá -digo yo- el componente temperamental; el ADN heredado; el sistema nervioso con más motilidad o la tendencia a la hipertensión...
Seguro que interviene así mismo, el componente social. Los refuerzos que, en su momento, haya recibido por mis realizaciones o las gratificaciones derivadas de los comentarios elogiosos de los demás. Socialmente parece como que esté mejor visto ser una persona activa que una contemplativa.
Esta es mi particular -y provisional- explicación de mi tendencia a "hacer" aunque reconozco que tendré que irla puliendo con ulteriores observaciones.
Por contra, los que se dedican a ver disfrutan más contemplando que haciendo. Aprovechan las mil y una oportunidades que ofrece la vida para deleitarse con ellas. Potencian su vertiente estética, su capacidad de análisis, su sensibilidad interior...
Quizás la clasificación que propongo ya esté contemplada en la famosa dicotomía entre introvertidos y extrovertidos o en la de los cuatro temperamentos de Hipócrates y Galeno. No sé.
En todo caso Los de ver y los de hacer se complementan. El uno proporciona lo que le falta al otro. Equilibran la balanza.
Ya veis, amigos. Sociopsicología de lo cotidiano. El que no se entretiene es porque no quiere.
Pues sí, sicología urbana, no solo vale estar en los grandes círculos para opinar, y hablar, como por ejemplo del temperamento, del carácter que puede venir de los astros o de la educación, o de los grandes pensadores como Hipocrates o Galeno que ya empezaban a estar moscas con el carácter de las personas, unos que no podían parar y otros observando los pájaros por los marguines.Yo soy más de Fideo de Muleto y su lira.Un abrazo, José Luis.
ResponderEliminarMi pregunta es, como convertirse en una persona de hacer? O lo que eres es para siempre jamas? Espero tu respuesta. Te quiere tu hijita.
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