Translate

viernes, 4 de septiembre de 2020

Sinalefa


“La única manera de conservar la salud es comer lo que no quieres, beber lo que no te gusta, y hacer lo que preferirías no hacer.” 

Mark Twain

Continuando con esta serie de entradas sobre la enseñanza y el aprendizaje, reflexionaba el otro día sobre la cantidad de conocimientos vacuos que tuvimos que "digerir" durante las distintas etapas de la enseñanza.

Bien es cierto que la educación en España es heredera de una larga tradición memorística y que siempre ha hecho un énfasis especial en la adquisición de contenidos conceptuales más que en los procedimentales o los actitudinales.

¿Me queréis decir que sentido tenía insistir tanto en -por ejemplo- los análisis sintáctico y morfológico o en las figuras del lenguaje?

El aprendizaje de la geografía y la historia era totalmente memorístico, sin contextualizar los accidentes geográficos ni los hechos históricos. Del área de lengua, se enseñaba la teoría y no se hacía énfasis para nada en -por ejemplo- el placer de leer un buen libro. Las Ciencias y las Matemáticas, más de lo mismo ¡Hasta la Educación Física tenía un marcado carácter reiterativo!

El resultado de todo ello ha sido una especie de pátina de seudo-aprendizaje que, a nada que rascas un poco, salta por los aires. Conocimientos que se sujetan con pinzas; esa es la verdad.

Mientras tanto, las habilidades y los aprendizajes imprescindibles para un correcto desempeño en la vida, quedaban relegados en el olvido. Áreas como alimentación adecuada, hábitos de salud, sustancias nocivas, educación afectiva y sexual, la música, el mundo emocional...

También todo lo relacionado con la economía doméstica: Gestión de ingresos y pagos, créditos e hipotecas, ahorro e inversión...

Como bien decía mi admirado Ken Robinson, todos tenemos talentos que las escuelas desperdician sin piedad. ¡Cuánta creatividad; cuánta innovación y cuántas posibilidades quedaron -y siguen quedando- cercenadas por una educación de baja calidad!

En la escuela siempre se nos pedía la respuesta correcta. No había sitio para el error. Si te equivocabas pasabas atrás en la fila cuando no te arreaban un buen palmetazo ¿La consecuencia de este sistema? Pues que los sujetos  adquieren un miedo terrible a equivocarse o a meter la pata. La educación, en este sentido, nos hacía pues menos lanzados y menos imaginativos; menos creativos.

No se por qué hace unos días me acordé de la sinalefa. La palabreja me sonaba bien pero ya había olvidado su significado. Lo repaso en Internet. Francamente; en la actualidad me da lo mismo saberlo que no. Es que no lo he utilizado nunca. Y como eso, un montón de ejemplos más.

¡Cuántos aprendizajes vacíos y memorísticos han caído en el olvido! ¡Qué perdida de tiempo!

 

2 comentarios:

  1. Pues sí, algo se escapa en la educación cuando falta en la sociedad tanto sentido común.
    Educar, como dices tú, sobre las emociones,sobre lo que es la vida y como afrontarla, es más determinante que seguir la educación clásica de toda la vida.
    El ser una persona dinámica, que sepa afrontar lo que se va a encontrar en la vida, es el fundamento de toda formación.
    Artículo muy interesante, Don José Luis, la educación y la realidad actual, habría mucho debate.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Buf como han cambiado las cosas en la educación en la España Democrática. !!

    ResponderEliminar