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viernes, 13 de marzo de 2020

Confinamiento


 Todo objeto bien contemplado abre un nuevo órgano en nosotros
Johann W. Goethe

La reciente declaración de "Estado de alarma" en nuestro país, constituye, a mi entender el mayor experimento social realizado en España en todos los tiempos. Las restricciones impuestas a la movilidad de las personas, al comercio y, en general, a la interacción social son inéditas. Todo ello en aras de la defensa de la salud pública. Situaciones extraordinarias requieren de respuestas también extraordinarias. Así hay que entenderlo, aceptarlo y apoyarlo.

En las sociedades modernas la aceleración de los procesos cada vez es mayor. En todos los ámbitos. Hasta el punto que, a veces, casi nos sentimos desbordados por la celeridad de lo que acontece. Bien pensado, este parón obligado también nos puede proporcionar ese punto de tranquilidad y reflexión que todas las personas necesitamos de vez en cuando. Algo así como un "reseteo" para volver de nuevo a la carga.

Abro la ventana y no se oye prácticamente nada de ruido de la circulación. Todo está calmo. Afino un poco el oído y empiezo a apreciar sonidos hasta ahora indistinguibles para mi. El trino de los pájaros, las risas de unos niños que juegan en el jardín, un vecino que está cantando (¡!) Con el ambiente que se respira, me parece estar transportándome al siglo XIX.

Muchos de mis amigos han contactado conmigo a través de Whatsapp. Unos con comentarios intrascendentes, otros con algún chiste o anécdota; la mayoría sin asuntos importantes que tratar. Sólo para "dar vuelta". La sociabilidad humana circula con fluidez por La Red. Las emociones afloran ahora con más facilidad.

Veo en la televisión los aplausos a todo el personal sanitario y me emociono. Cuanto más mayor me hago, con más frecuencia me sucede. En tiempos de zozobra es cuando los humanos más necesitamos el apoyo de los demás.

Mi perro también está más sensible estos días. Yo creo que algo se huele. No cesa de buscar la aprobación y la aquiescencia de sus amos. Estos animales tienen un sexto sentido. Seguro que ha notado cambios imperceptibles en el ambiente. No va desencaminado.

La convivencia forzada durante todo el día con mi señora también tiene sus derivaciones. Por un lado mantenemos las pautas habituales de convivencia y el régimen habitual de comidas. Por el otro, nos hemos asignado nuevas tareas para estar más entretenidos. Quedan muchos días y muchas horas para hablar de lo divino y lo humano. Un amplio territorio por descubrir.

Dado el vasto universo inexplorado que el estado de alarma nos está ofreciendo casi me atrevería a proponer que, al menos una vez al año, se declare por unos días esta situación especial. O, en su caso, un tiempo de reflexión obligado que a todos nos ayude a replantear y repensar el mundo que estamos construyendo.

Ahora ya no hay excusas. Disponemos de las herramientas y los recursos para decidir con tranquilidad hacia donde se debe encaminar la humanidad. El coronavirus nos ha puesto en nuestro sitio. Y nos avisa que, la próxima vez todo podría ser mucho más demoledor.

Por lo que sabemos, de momento no se aprecia vida inteligente en muchos años-luz de distancia a la tierra. Nuestro planeta constituye en estos momentos la mayor y la única reserva de vida conocida en la galaxia.

El cambio climático, las guerras y el hambre en el mundo constituyen algunos hechos inadmisibles todavía muy presentes en la Tierra.

De todos y cada uno de nosotros depende el destino al que finalmente se encaminará Gaia.

Aprovechemos este tiempo obligado de reflexión y, sobretodo, ACTUEMOS cuando la emergencia sanitaria termine.

3 comentarios:

  1. Este artículo tendría que figurar en las cabeceras de los mejores periódicos, ¡enhorabuena !, señor profesor.
    Reflexiones comedidas y pacientes,para asimilar las cosas con tranquilidad,y aprovechar estos días de encierro para ver la vida de otro color.
    No cabe duda que esto es una novedad y que tenemos que tener precauciones.
    Ahora, al mirar a la calle, te entra un poco de congoja, pero bueno, mantendremos la disciplina.
    Esta mañana también han tocado en el balcón de casa el Himno a la Alegría con dos violines y también me he emocionado, será la edad.
    Hacen falta personas que proyecten serenidad como usted, Don José Luís.
    Un saludo fuerte de Javier.

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  2. Qué buen artículo José Luis...qué buen análisis de la situación...como bien dice Javier digno del periódico de mayor tirada!!! No sé si la gente está preparada para este confinamiento o terminará muy desquiciada...ojalá termine todo lo antes y posible y bien!!!!

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  3. Muchas gracias por vuestros elogiosos comentarios, amigos. Dada la situación actual, el calor de vuestra amistad constituye el mejor bálsamo para estos tiempos tan revueltos.
    Un saludo muy cordial a los dos

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