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viernes, 17 de febrero de 2023

APU7 La enjambrazón


Solo pica la abeja a quien torpe la maneja… (Refrán popular)


 En el mundillo de la apicultura empleamos palabras como "la enjambrazón" que más bien parecería masculino. También se usa "el propóleos" en singular aunque parece que fuera plural.

Esto puede ser un indicador de la complejidad de la vida de las abejas. Realmente lo que ocurre en el interior de una colmena pasa totalmente inadvertido porque el trabajo de las obreras se desarrolla en la más total oscuridad y, por tanto escapa al escrutinio de los humanos.

Por otra parte, nuestra relación con los insectos es más complicada que con los mamíferos con los que nos identificamos más fácilmente. No es de extrañar, por tanto nuestro desconocimiento del ciclo natural de la abeja. 

Sin embargo ahora que se acerca la primavera las colmenas empiezan a despertar. Las abejas disponen de cierta capacidad para averiguar el clima que va a hacer en las próximas semanas y, seguramente, en más de una colonia, la reina ya habrá comenzado a aovar en previsión de las primeras flores que proporcionarán néctar y polen a la colonia.

Los huevecillos que pone la reina se transformarán en 21 días en abejas adultas con lo cual la colmena habrá incrementado sustancialmente la población a fin de afrontar el intenso trabajo que les espera cuando se desarrolle la gran floración entre los meses de marzo a mayo.

Es precisamente durante esos meses cuando podemos asistir al maravilloso y todavía no bien comprendido fenómeno de la enjambrazón.

Cuando la colmena ha acumulado suficientes reservas y la población se ha incrementado de manera notable, se desencadena un procedimiento común a todas las especies: el instinto de multiplicación.

Detallar cuándo y cómo las abejas deciden enjambrar requeriría de explicaciones muy prolijas. Aquí nos bastará con saber que la colmena cría una abeja reina nueva y que, aproximadamente, la mitad de la colonia saldrá de su nido con la reina vieja en busca de una nueva morada.

Normalmente los enjambres se ubican en un primer momento en alguna rama o emplazamiento cercano a la colonia madre. A veces lo hacen en lugares insospechados (coches, bancos del parque, bicicletas...) Allí forman una bola de distintas formas y tamaños desde la que partirán las abejas exploradoras.

Las exploradoras buscan distintos emplazamientos e informan al resto del enjambre de las características de los mismos. Emplean un complicado lenguaje de movimientos rápidos del abdomen y emisión de feromonas que todavía no comprendemos en su totalidad.

El resultado final es que la nueva colonia establece un consenso de cuál es la mejor ubicación y, de nuevo mediante complejos sistemas comunicativos; en un momento dado, miles de abejas empiezan a volar en dirección a la nueva vivienda. 

El libro de referencia para conocer el detalle de todo este proceso es "Honeybee Democracy" de Thomas D. Seeley aunque lo mejor es combinar las lecturas con la práctica y la observación.

Cuando las abejas están enjambrando, no pican. En parte porque saben que deben reservar sus energías para el trabajoso proceso que les espera y también porque al haberse atiborrado de miel, no son capaces de doblar el abdomen para introducir el aguijón.

Tal como comentábamos en anteriores entradas, el espectáculo de miles de abejas zumbando suele generar temor entre los ciudadanos pero en lugar de verlo como una amenaza, deberíamos contemplarlo como un maravilloso fenómeno natural anual similar al vuelo migratorio de las grullas en marzo o abril camino de las naciones del norte de Europa o a la venida de las golondrinas y los vencejos poco antes del inicio del verano.

La cuestión es que cada vez con más frecuencia las abejas eligen la ciudad para vivir al igual que ocurre con otras especies. En las urbes encuentran las condiciones idóneas para sobrevivir: floración abundante y agua asegurada durante el verano amén de un montón de posibles lugares en los que pueden asentarse: tambores de persianas, juntas de dilatación de los edificios, troncos huecos, etc.

Aquí en España, la retirada de los enjambres se suele encomendar a los bomberos con lo que todavía mantenemos esa visión peligrosa del fenómeno natural de la enjambrazón.

Pero en Londres yo he asistido a charlas dirigidas a los ciudadanos en las que se explica el fenómeno de la enjambrazón  e incluso se reparten cajas de cartón por si alguien se anima (con las debidas precauciones) a recoger por si mismo el enjambre.

En fin, que aquí hay mucha tela para cortar. 

Quizás sea conveniente acompañar mis palabras con algunas secuencias de captura de enjambres.

En los enlaces podéis ver:

- Enjambre formándose en los pinos de Villamayor.

- Enjambre que pasa de la trasera de un coche a una colmena preparada al efecto

- Enjambre en forma de bola colgado de una rama de granado

La próxima semana hablaremos del plan de prevención de enjambrazón en la ciudad que pensamos desarrollar con el cuerpo de bomberos de Zaragoza.

¡Hasta el próximo viernes, amigos!


2 comentarios:

  1. La pedagogía que empleas es sencilla de entender.
    La labor que lleváis a cabo para recuperar los enjambrazones con el ayuntamiento, es única y peculiar,... vi que los funcionarios están ilusionados con vuestra labor.
    Algo avanzaréis con vuestro empeño, no queda otra salida.
    Siempre con mi apoyo.
    Saludos José Luís.

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  2. Lo mejor de todo es que cada cual disfrute con sus hobbies.
    Cada uno nos configuramos un micro lecho personal en el que nos sentimos a gusto. Esa es la clave.
    Gracias por tus animosos comentarios.
    ¡Saludos!

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