Inteligencia militar son dos términos contradictorios.
Groucho Marx
Disculpa, Jorge. Como no recordaba tu apellido te intenté guardar como "Jorge Castiliscar" en el móvil, pero ya sabes lo tercos que son los "smartphones" cuando se ponen...
El caso es que tenía una deuda pendiente. Una deuda de agradecimiento y otra de reconocimiento.
Nos conocimos en un breve encuentro en el Instituto de F.P. de Movera y desde el primer momento surgió una corriente de entendimiento mutuo. Quizás el hecho de ser de las Cinco Villas, o de disfrutar con parecidas aficiones. Seguro que intervino también la rápida constatación de estar tratando con una buena persona. No sé. Son cosas que se intuyen. Aquí no sirven de mucho las explicaciones.
Total, que estabas en proceso de mudanza. A Albacete (que no a Cáceres) como por error me empeñé en creer. Y estabas desalojando el piso que compartías con tu compañera.
Cuando me hiciste el ofrecimiento de quedarme con algunos libros que ya no ibas a guardar, no lo dudé un momento. Siempre he pensado que -aunque no lo leas de inmediato- un libro es una constante invitación a ampliar horizontes a enriquecerse uno intelectualmente, a explorar nuevos ámbitos de conocimiento.
Así es que me acerqué a tu piso con el coche y empezamos a bajar libros.
Yo creía que con una o dos cajas de cartón solucionaríamos el tema del traslado bibliográfico pero hete aquí que -para mi sorpresa- hubo que hacer no dos sino varios viajes tal era el volumen de libros que -desinteresadamente- me regalaste.
Una vez llegué a mi domicilio, me puse a ordenar el fondo bibliográfico. Allí había de todo un poco: Flora, fauna, ecología, antropología, filosofía, psicología, poesía... muchos libros de ensayo y alguna novela. El reflejo de la personalidad de su propietario. Un indicador prístino de sus intereses y sus cavilaciones.
¡Qué barbaridad! -pensé- Tendré que comprar una estantería que pueda alojar tanto conocimiento.
Dicho y hecho, aquella misma mañana monté una estantería de madera acorde con los aires ecológicos que transmitían los libros.
Con posterioridad procedí a colocar los libros en un orden provisional que todavía no ha sido alterado.
Quiero creer que algún día tendré el sosiego y el recogimiento necesarios para abordar con calma la lectura de los opúsculos.
Pero no me preocupa si no encuentro ese momento. Abajo, en la bodega siempre me esperará la invitación al conocimiento.
Y el grato recuerdo de una persona bondadosa y desinteresada.
¡Larga vida a la biblioteca "Jorge Castil"!
¡Un abrazo, Jorge!
Con esos libros, la estantería y señor de Castiliscar, has creado un bello relato,,,,recuerda que tienes en espera los opúsculos.
ResponderEliminarSaludos, José Luis