El ordenador es una excelente herramienta de trabajo. Pero también un pozo sin fondo en el que se van acumulando todos los "clicks" y todas las búsquedas que hacemos en Internet.
Imaginad que alguien tuviera el poder de estar viendo todo lo que hacéis en casa; en la intimidad. Qué os interesa y cuánto tiempo le dedicáis. Y que ese "alguien" también pudiera hacer lo mismo con la mayoría de los habitantes del planeta. Ese es, más o menos el poder que ostentan los que manejan la Red.
Si a esto le añadimos el uso de sofisticadas herramientas de tratamiento de los datos, el resultado final no puede ser otro sino un perfilado cada vez más preciso de las necesidades y los intereses de los incautos internautas.
A partir de allí, los poseedores de la información diseñan poderosas herramientas de análisis y con su ayuda van encarrilando a la población por aquí y por allá. Para -si pueden- sacarles la entretela, claro está.
No hace mucho visualicé un vídeo de un youtuber quemado. Todo su empeño había sido figurar en los primeros puestos de vídeos de ciencia para lo cual debía desarrollar un gran esfuerzo cada semana. Su batalla con el algoritmo que decide los primeros puestos en la clasificación de los vídeos fue monumental. Al final no pudo más y se rindió. Perdió la batalla.
La I.A. o Inteligencia Artificial se vislumbra como una poderosa herramienta que nos va a ser de gran ayuda en múltiples ámbitos. Pero también tiene su lado oscuro y hasta casi tenebroso. Viene a ser como la dinamita. Ya sabemos como se las gasta cuando no se usa correctamente.
Mi admirado Javier Santaolalla también ha reflexionado mucho sobre este tema. Y más específicamente sobre el uso de la I.A. en YouTube.
No hace mucho un amigo me dijo que, en la actualidad, hasta un 60% de las decisiones de negocio de Google no las toman ya las personas sino que se llevan a cabo por una I.A. No se si esto es cierto o se trata de una exageración.
La propia IBM ha desarrollado un I.A. capaz de competir con humanos en el arte de la oratoria
Pero de lo que no cabe ninguna duda es que, en la actualidad, Google, Facebook, Microsoft y otros "gigantes informáticos" recaban tal cantidad de información -y tan precisa- de los usuarios, que ya casi asusta.
Y no solamente ellos. Miles si no millones de empresas se sirven de todo ese cúmulo de datos con la finalidad de conocer mejor a sus clientes y así poder venderles más y más cosas.
Así que cuando des un repaso por el periódico y te aparezca el famoso botón de "acepto todo", piénsatelo dos veces. No tienes por qué entregar tus datos gratuitamente a todo el que te lo pida. Si buscas un poco podrás darle al botón "rechazar todo" y leer igualmente la noticia.
La aparente inocencia de las "cookies" esconde, en realidad, la aceptación de un mini programa informático espía. La información recogida por estos programas cada vez afina más. Con el cruce de datos pueden llegar prácticamente hasta la puerta de tu casa; saber tu nombre y apellidos, tus gustos y un montón de cosas más que ni siquiera te imaginas.
No es que entienda mucho sobre el tema pero -por lo menos- me daré el gustazo de ponérselo difícil a los "chupópteros de intimidad".
Sí,a veces me he preguntado cómo se enteran de mis preferencias.
ResponderEliminarSi un día consultas una duda, estarás muchos días con la monserga de ese proveedor.
Dudas y miedos tienes porque saben cosas de tí, que para nada lo tendrían que conocer.
Es todo muy bonito, muy universal, pero tiene sus peligros.
Será cuestión de usarlo menos.
Saludos José Luis.