Es indudable que Antonio García Ferreras ha inaugurado una nueva forma de hacer televisión, de informar a la población, de contar lo que ocurre en el mundo de la política. Prueba de ello es la cantidad de programas "clones" que inmediatamente han surgido en otras televisiones y el tiempo que dedican a ello.
Y también es una evidencia que las llamadas "redes sociales" se han constituido en un actor de primer orden en lo concerniente a trasladar la opinión de los ciudadanos a la red global.
La proliferación de programas de actualidad política y de tertulianos comentando todos los detalles de lo que va ocurriendo han generado una avalancha de noticias e informaciones que se retroalimentan entre sí para dar lugar a nuevas noticias y nuevos comentarios todo ello con la finalidad de mantener la atención del público durante el mayor tiempo posible.
Y lo cierto es que lo ha logrado. Han conseguido que los espectadores estemos dejando de un lado otras informaciones para incrementar nuestra expectación sobre lo que está pasando en Cataluña.
El estilo informativo de todos estos programas se ha ido transformando progresivamente hasta configurarse como un auténtico espectáculo. Con tertulianos que cada vez se parecen más a actores o cantantes famosos. Con noticias que siempre son "de última hora". Con transmisiones en directo que trasladan casi hasta cuando los dirigentes van al baño.
La mayoría de las informaciones van precedidas de la palabra "atención". Las conexiones ya son siempre múltiples. Todo vale con tal de que la fiesta no se detenga.
Los ciudadanos de a pie estamos tan inmersos en este circo mediático que ya casi se nos ha olvidado lo importante que es el debate entre nosotros, el contraste de pareceres o la organización de nuestras propias ideas al respecto. Mucho me temo que todavía tenemos Cataluña para unos cuantos meses. ¡¡¡La función debe continuar!!!