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viernes, 14 de julio de 2017

Las cabañas


Si algo nos encantaba de niños, en el pueblo, era hacernos cabañas. Tener la propia cabaña era como disponer del certificado de independencia que acreditaba que podías vivir a tu antojo y por ende contar con un lugar común de referencia para toda la pandilla.

La cabaña venía a ser como el refugio en el que organizar un nuevo estilo de vida con tus amigos. Una oportunidad para disfrutar de un estilo de vida libre e independiente en compañía de tus colegas de toda la vida.


En nuestra imaginación infantil la cabaña era algo así como un palacio aunque, en realidad no pasara de ser un muro construido con piedras recogidas por los alrededores. Cualquier cueva servía con tal de que hubiera suficiente hueco para sus moradores. Y el colmo era que, además de la tosca entrada, la cabaña dispusiera de "horno".

A veces otras pandillas "nos atacaban" y derribaban la cabaña, lo cual suponía una gran decepción para todo el grupo. Estas peleillas venían a ser como un remedo de las disputas territoriales que desde siempre han mantenido los grupos humanos.


Hace poco visité el emplazamiento donde, con los amigos, construimos nuestra cabaña.


 Las zarzas lo han invadido todo y una pertinaz vegetación se ha adueñado del lugar aunque las vistas siguen siendo magníficas Sin embargo a pesar de los cambios y de los años transcurridos, de repente, miles de emociones, imágenes e historias pasaron por mi mente. Por un instante que no se cuanto duró, de nuevo me vi trasportado a aquellos tiempos felices.

Lo que ahora, con ojos de adulto pueda parecer un lugar inhóspito, en mis años de niñez era la mismísima representación del paraíso.

Esta entrada se la dedico a Javier Cay, José Luis Navarro, Jesús Caudevilla y a mi primo Pablo Rived. Junto a todos ellos pasé momentos inolvidables en "Las cabañas"

1 comentario:

  1. Gracias por dedicarme el artículo con esta melancólica colección de fotos.Si no me falla la vista estaría por el camino del Árba, arriba en una rocas, a la que le pusimos el nombre de la cabaña de la alegría, Recuerdo que llevamos gritos en casa por llegar de noche de esa cabsña con mucho frío.libertad pura, éramos felices y lo bueno es que después de cincuenta años a todo eso le damos mucha importancia, por algo será,,...! Que recuerdos me traen las fotos ! Un abrazo de tu amigo Javier.

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