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domingo, 3 de noviembre de 2013

¡Que no me vengan con milongas!

Recibo periódicamente (supongo que como muchos de vosotros) propaganda publicitaria del más diverso pelaje. Y últimamente me llama más la atención la publicidad de las grandes empresas tipo Endesa, Telefónica, Ibercaja, etc.

Y el caso es que no dejo de asombrarme de la, llamémosle candidez, de las empresas publicitarias respecto a los mensajes con los que nos quieren colocar sus productos. Si nos atenemos al contenido de sus anuncios, se deben pensar que somos jilipollas, que se dirigen a deficientes mentales o que todavía estamos viviendo en la época de las vacas gordas. O todo junto a la vez.

Deben creer también que los consumidores no tenemos memoria. Que nos hemos olvidado de los enormes beneficios de esos mastodontes empresariales y de los desproporcionados sueldos de sus directivos. De los atropellos que han cometido y siguen cometiendo. Que pueden seguir campando a sus anchas como si aquí no hubiera pasado nada.

Y no puedo menos que soltar algún improperio cuando leo, veo o escucho sus almibaradas y desafortunadas recomendaciones:

- Que si te ofrecemos un regalo que te interesará seguro
- Que en Ibercaja pensamos en tí
- Que queremos regalarte más tiempo para hablar (por teléfono)
- Que si el Santander te devuelve dinero
- Que puedes conseguir hasta 100€ al contratar tu seguro del hogar

Pero.... ¿De verdad piensan que con esos mensajes van a convencer a alguien? ¿Han analizado con rigor la presión emocional que han sufrido y sufren los consumidores del mercado al que se dirigen? ¿No sería mejor que empezaran por pedir perdón por todos sus desmanes y bajaran los precios de los productos o servicios que, en régimen de cuasi monopolio nos imponen de manera desproporcionada?

Menos mal que, con estas grandes empresas, también me reservo mis estrategias de contestación y no dejo pasar una:

- Ante publicidad radiada contestación airada
- Publicidad impresa: dejarla sobre la mesa (y, a continuación rasgarla en trocitos bien pequeños)
- Publicidad en televisión: de esa me río yo
- Anuncios en carretera: mirarlos no vale la pena
- Publicidad en el buzón: de esa rápido me deshago yo

Os recomiendo, amigos, que practiquéis esta terapia anti-publicidad contra las empresas abusivas. Que se vayan enterando que no nos chupamos el dedo. Que vean que les enseñamos los dientes. Entre todos podemos conseguir que, al menos, se enteren que no somos mansos corderos.

2 comentarios:

  1. Siempre se ha dicho, que nadie da duros a cuatro pesetas, o que nadie ata a su perro con rastras de longaniza..., es el mundo de la publicidad engañosa que se aprovecha del incauto. Montones de incautos que les reportan pingües beneficios. La defensa es estar al loro y no fiarte de los grandes mastodontes empresariales que se aprovechan de todo bicho viviente. Es una forma de despertar y no hacerles el juego. Buen artículo Jose Luis. Un abrazo de Javier.

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  2. De acuerdo totalmente con tu comentario, Javier ¡Vayamos a por ellos antes de que nos abduzcan con sus tramposas tretas!

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