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domingo, 27 de marzo de 2011

Ensalada de emociones

En esta ocasión se ha duplicado el número de participantes en la actividad dominguera programada por El Periplo: en lugar de ir una sola persona, hemos ido dos.

Esta mañana me he encontrado con la muy agradable sorpresa de la presencia de mi amigo Javier en el paseo matutino. No, no es lo mismo realizar la salida yendo solo que acompañado. Y en esta ocasión la compañía era de lujo. La mañana se ha presentado muy agradable y, desde luego, temas de conversación no han faltado. Esperaba que hubiera acudido algún alumno de Río Gállego, pero supongo que el sueño o el cambio de hora (quizás ambas cosas) han supuesto un impedimento insalvable para su participación.

El caso es que hemos iniciado el recorrido partiendo desde la Plaza de la Albada. Yo circulaba con el plato más pequeño y Javier iba con el mediano por lo que he calculado que tres pedaladas mías equivalían a una suya. Lo de ensalada de emociones lo indicaba en el título a modo de imagen que refleja lo que iba sintiendo durante el paseo: por un lado, encantado de ir con Javier; por otro, pendiente de mis rodillas para no forzarlas; al mismo tiempo, disfrutando de la compañía del Ebro y sus naturales habituales habitantes. También pendiente del sol que no me diera mucho en la cara ¡y del dichoso sillín que ha mortificado bastante mi culo! Con la habitual improvisación de los fines de semana, me he olvidado de imprimir el recorrido previsto y hemos añadido un trecho hasta Juslibol, de propina.

Desde las alturas hemos contemplado brevemente cómo la ciudad se desperezaba allá abajo y, enseguida nos hemos encarrilado hacia el puente de la Autovía A2 que permite a los ciclistas (y viandantes) pasar con seguridad de una orilla a otra del Ebro. Después de repasar mil y un temas de interés común (muchos de ellos relacionados con nuestro pueblo), a propuesta mía, nos hemos tomado un descanso en unos bancos que parecía habían sido puestos a propósito para dar satisfacción a nuestra necesidad de reposo. Allí hemos devorado yo una manzana y una mandarina y Javier un estupendo bocadillo de jamón. También hemos cultivado el civismo dejándole la bomba de hinchar a un señor cuya pareja circulaba con menos aire del necesario en ambas ruedas de su velocípedo.

Continuando el paseo hemos llegado hasta las inmediaciones del rastro y allí nos hemos topado con los cófrades preparando sus toques para Semana Santa. Luego hemos pasado por la Expo, puente de La Almozara, Helios, Puente de Piedra (por debajo) y resto del recorrido hasta llegar de nuevo a Vadorrey. Hemos descansado en el bar "Barrio". Nos hemos tomado un refresco acompañado con una bolsa de patatas y hemos continuado platicando sobre lo divino y lo humano. Sin darnos cuenta ya se ha hecho la hora de comer.

El tiempo vuela cuando uno se encuentra a gusto pero la obligación es la obligación y, de común acuerdo, ambos hemos iniciado el viaje de vuelta hacia nuestros respectivos hogares.

Ensalada de emociones aderezada con aceite de buenas vivencias, vinagre de algún pasado sinsabor y sal de ilusiones y proyectos, gracias a los cuales sentimos que vivimos y que vibramos. Ya le estoy dando vueltas a la siguiente propuesta de El Periplo siempre con la vista puesta en no repetir actividades y procurar salir de la "zona de comodidad".

1 comentario:

  1. ¡Buena exposiciòn de relatos y momentos !, la verdad que lo pasé muy bien ,sabes que tu compañía siempre es muy grata para mí, las fotos emotivas de retorno pero con el pelo blanco. Un abrazo de chavierín.

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