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viernes, 25 de febrero de 2022

ACO9 El libro de José Enrique Campillo. Valoración inicial


Si los españoles habláramos sólo y exclusivamente de lo que sabemos,
 se produciría un gran silencio que nos permitiría pensar.

Manuel Azaña 


Todavía no he terminado de leerlo. Hay algunos capítulos más bien densos y tendré que repasarlos de nuevo para hilar un poco más fino.

Me gusta su lenguaje sencillo y comprensible. No es poco cuando hablamos de conciencia.

Empieza diciendo algo con el que todo el mundo estará de acuerdo: "La consciencia (y sus circunstancias) es uno de los asuntos que más interesa a la mayor parte de la población y del que seguimos sin tener apenas conocimiento."

Habla de los tres productos de la conciencia: el mundo, la vida y la muerte.

Define la conciencia humana como "Una facultad misteriosa que nos permite reconocernos, saber que existimos en un presente, ser conscientes de que tenemos un pasado y un futuro, de que estamos vivos , de que formamos parte de un universo que, además, modificamos a nuestra conveniencia y provecho.

La conciencia nos recuerda, a cada paso de nuestra vida, que inevitablemente hemos de morir. Nos permite creer en cosas que no podemos ver, como dioses o espíritus. Incluso nos otorga la esperanza de qe, quizá, nuestra existencia prosiga más allá de la muerte en algún lugar o formato desconocidos."

Entre las muchas lecturas que recomienda el autor cita al profesor Piero Scaruffi. Su libro "Naturaleza de la conciencia" ya lo tengo en lista de espera. Además se puede obtener en Internet.

Siguiendo con la lectura del libro de Campillo, enseguida nos encontramos con las características de la conciencia: intimidad, cambio, intencionalidad, continuidad y selectividad.

Desarrolla, posteriormente, de forma amena la cuestión de si, además del hombre, tienen conciencia el resto de los seres vivos (animales, células y vegetales).

Más adelante, después de muchas otras disquisiciones, aborda una cuestión de la que nunca había oído hablar: la resonancia mórfica y los campos mórficos de un tal Rupert Sheldrake cuya obra -dicho sea de paso- siempre ha sido objeto de polémica.

No me extraña porque (sin demostración empírica que lo sustente) allí se habla de la resonancia mórfica en personas en el sentido de que "cuantas más personas hayan aprendido algo en el pasado, más sencillo resultará para otros aprenderlo en el presente."

También se afirma que "los campos mórficos subyacen a nuestra actividad mental y nuestras percepciones, conectan a los miembros del grupo, incluso cuando están a muchos kilómetros de distancia." (¡!)

Se pueden consultar y aportar colaboraciones sobre estas temáticas en el blog sheldrake.org.

Estos últimos apartados me han parecido inverosímiles, la verdad. No digamos ya nada de la micropsicoquinesis (movimientos influidos por la mente), de la micropsicoquinesia cuántica o de la conciencia global.

Habla, asimismo, de las virtudes de la meditación y de la oración como vía de acceso a un estadio más profundo de la conciencia y continúa después analizando la función del propio universo en todo este entramado.

En ese punto me he quedado, amigos.

Lo que he leído hasta ahora me ha parecido una mezcla de asuntos razonables con otros que se escapan al escrutinio científico. Aquí es donde ya me empiezo a descolgar.

Sin embargo quiero esperar a finalizar la lectura del libro antes de emitir una opinión más exhaustiva sobre el mismo.

Así que me autoemplazo para el siguiente viernes en el que espero haber terminado la lectura del opúsculo.

¡Continuamos dándole vueltas a la conciencia!


2 comentarios:

  1. Complejo es el tema de la consciencia y sus vertientes, quizá para pensadores profundos.
    Para un primario como yo, la consciencia sería ver y observar, y la conciencia, el piloto que avisa y juzga nuestras acciones.
    Las profundidad en el tema es solo para personas entusiastas como usted, ya nos irás aclarando.
    Saludos

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    Respuestas
    1. La reflexión sobre estas temáticas está abierta a todo el mundo, Javier.
      En algún momento de nuestras vidas siempre aparecen interrogantes sobre nuestra existencia.

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