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domingo, 12 de febrero de 2012

Secuestrados

Me ha costado este fin de semana encontrar una actividad acorde con el espíritu y la línea de actuación de  El Periplo. La oferta era rala y la tentación de ir al carnaval de San Juan de Plan se ha visto muy condicionada por la expectativa de las malas condiciones climatológicas y -porqué no decirlo- el actual precio de los combustibles fósiles. Tampoco me atraía mucho la exposición de Warhol y no digamos ya nada de las citas gastronómicas o la oferta musical.

Iluminación nocturna del Teatro del Mercado
Así que he optado por el mal menor: elegir una obra de teatro con buena pinta y acudir a verla. Sin remirar mucho me apunté a la obra "Secuestrados" que se representa en el Teatro del Mercado. La cita era el sábado día 10 a las 9:30 de la noche.

Omito los detalles referidos al intenso frío y desapacible viento zaragozano. También omito la referencia a mi habitual relativismo temporal: llegué a las 8, creyendo que la obra empezaba a las 8:30. Como siempre, el disponer de dos horas de margen, me dio mucho juego ya que, para hacer tiempo, me dirigí a los lugares habituales: el Vips para leer calentito y gratuitamente algunos artículos de revistas que me interesan: Investigación y Ciencia y Redes y, posteriormente a la Casa del libro donde me pude poner al día respecto a las novedades en astronomía y física cuántica: un nuevo libro de Brian Green (que hubiera adquirido bien a gusto) y otro de una física americana que también tenía muy buena pinta. Asimismo ojeé los últimos manuales de Manuel Niño Becerra y de Leopoldo Abadía.

Total que se me hicieron enseguida las 9 y de nuevo retorné a la calle Mayoral, puerta de entrada al Teatro del Mercado cuando vienes desde Conde Aranda.

Ya se había concentrado un buen número de espectadores -jóvenes- en la puerta y, para mi sorpresa, el grupo era nutrido, desmintiendo así mi hipótesis de que "sólo cuatro gatos vendrán a ver esta obra".

Me acomodé en mi asiento -fácil de recordar- fila 5 asiento 5 y preparé mi móvil para tomar alguna instantánea. Para entonces la sala ya estaba llena a rebosar, como he dicho antes, con parejitas jóvenes en su mayoría.

Buena fila y mejor asiento
Debo reconocer que el comienzo del espectáculo no me hizo presagiar nada bueno. Por un momento pensé que se trataba de un remedo de la teleserie "Aida" ya que los primeros chistes y comentarios de los dos únicos actores presentes en el escenario me parecieron de lo más vacuo. Me veía también un poco fuera de onda pues, en estos inicios, no entendía cómo la gente reía algunas supuestas gracias que a mí me parecían bastante inconsistentes.

Sin embargo, a los pocos minutos ya me encontraba totalmente entregado al magnífico desempeño y saber hacer de los dos principales protagonistas: La Juani y El Rafita, interpretados magistralmente por Encarni Corrales y J. J. Sánchez. Ambos desplegaron tal cantidad de registros interpretativos y frescura en su actuación que era inevitable entregarse y participar de lleno en su espectáculo.

Porque esa fue otra constante de la obra: la interacción continua con los espectadores y la utilización de historias personales e informaciones de los asistentes para recrearlas posteriormente en el escenario, dándoles una nueva y creativa dimensión a los datos recogidos.


En ningún momento decayó mi interés por la representación y, hubo muchos ratos que me reí bien a gusto. También hubo alguno en el que temí que Encarni o JJ se metieran conmigo ya que pasaron en varias ocasiones cerca de mi butaca buscando presas fáciles entre los asistentes. Afortunadamente, la cosa no pasó de un susto y fue, sobretodo, una pareja de Gallur, la que más juego les dio a los dos actores.

El Rafa y La Juani en acción
Me sorprendieron muy favorablemente varios momentos de la obra en los que La Juani y El Rafita echaron mano de su gran creatividad y capacidad de improvisación: el "gag" de la petición de pizza y bebidas para toda la sala y su posterior consumo y el de la grabación on line con cámara de vídeo y proyección en gran pantalla en el escenario. Reconozco que ambas situaciones me cogieron desprevenido y, por eso mismo, disfruté mucho con ellas.

Las cerca de dos horas que duró el gamberro espectáculo de improvisación teatral se me hicieron cortas, cortísimas. Los protagonistas supieron conectar con las emociones de los asistentes, sintonizaron estupendamente con las expectativas de pasar una velada agradable y divertida. A pesar de lo atrevido de sus intervenciones, en ningún momento se sobrepasaron con la gente.

Resumiendo: una obra que recomiendo vivamente a todo el que quiera pasar un rato agradable y divertido. También se lo recomiendo al que quiera buscar mensajes de fondo sobre la juventud y la actual situación de crisis. No hace falta cavar muy hondo para encontrar grandes tesoros en esta genial representación del Teatro Indigesto.

1 comentario:

  1. Tiempos de teatro, tiempos de reivindicación, allá por los años 80, " tiene que llover, tiene que llover, tiene que lloveer a cántaros ". Institución laboral femenina, con una tal,..Carmen Alcalde.¡¡¡ Qué memoria tengo !!!, señal de los buenos recuerdos.El teatro es así.Hasta mañana. Un saludo.

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