Es lo que deben sentir los pilotos de motos y coches en las competiciones de velocidad. Como decía en la entrada anterior, nunca había tenido la ocasión de asistir a una carrera con vehículos preparados para correr a gran velocidad y, desde luego, el espectáculo es impresionante.
Otro aspecto que me llamó la atención es el perfil del público asistente: mucha gente joven; moteros también muchos de ellos que viven este mundillo como una especie de religión con sus convocatorias, sus encuentros periódicos, sus viajes, etc.
El circuito de Motorland bien equipado en sus aspectos básicos. Falta sombra por todos los lados (de hecho, no vimos árbol alguno por los alrededores) pero las instalaciones se ven nuevas y bien mantenidas. Sólo pudimos observar las gradas de la línea de meta y una porción del recorrido por lo que la impresión recoge sólo aspectos parciales de todo el conjunto. No hubo que pagar entrada (invitaba la casa), aunque nos dieron unos tickes que tuvimos que volver a entregar a la salida. Supongo que sería para contabilizar las personas que habíamos asistido al evento.
Las gradas estaban semi pobladas. Yo calculo un 50%-60% de ocupación y -lo que es más importante- con público aparentemente bastante entendido en la materia.
La carretera desde Zaragoza a Alcañiz se mantiene bien conservada y el trayecto no se hace pesado. El día lucía espléndido y el sol animaba a estar de buen humor. Hasta El Burgo de Ebro hay autovía pero a partir de allí sólo se circula por un carril (vía de doble dirección).
Los 95 km que separan las dos ciudades se recorren pues de forma agradable y, enseguida, se vislumbra la estanca de Alcañiz ubicada justo al lado de las instalaciones de la tierra del motor.
Llegamos sobre las 11:45 y todavía tuvimos que dar una gran vuelta con el coche para arribar hasta el aparcamiento preparado al efecto. Enseguida nos hicimos con un programa y todavía aprovechamos para tomar un bocadillo y una cerveza haciendo tiempo para la carrera que comenzaba a las 12:30.
Sobre las 12:25 subíamos a las gradas y la primera y más impactante impresión fue el ruido ensordecedor que generaban los motores de los vehículos ya preparados para la competición. A las 12:30 el ruido se convirtió en estruendo cuando se dio la orden de dar la primera vuelta para calentar las máquinas. Sobre las 12:33 comenzó la carrera propiamente dicha (14 vueltas al circuito) y el estruendo se transformó en fragor. La velocidad que adquirieron también fue impresionante. En un primer momento llegué a pensar que no iban a ser capaces de dominar las máquinas al llegar a la primera curva, pero no fue así. De hecho no hubo accidente alguno durante esta primera ronda a pesar de mis funestos pronósticos.
La asistencia a este tipo de eventos tiene la particularidad de que sólo ves a los motoristas durante unos segundos cuando pasan como un rayo por el tramo donde estas divisando el espectáculo. El resto de la carrera te lo tienes que imaginar atendiendo a las explicaciones de un cronista que cuenta con monitores en los que puede vislumbrar el torneo en todo su recorrido y lo narra para el público asistente apoyado en altavoces que amplifican su voz.
Según iban apurando las vueltas al circuito, mi expectación inicial iba decayendo. Acostumbrado ya al rugir de las máquinas y las explicaciones del cronista y desconocedor de los nombres de los pilotos que iban en cabeza mi atención se iba diluyendo y concentrándose periódicamente en otros aspectos como el que iba el último, los ayudantes que colocaban las pantallas con las vueltas pendientes, los comentarios del público, etc.
Terminó la competición y no recuerdo el nombre del que ganó. Sólo se que participaban algunos pilotos que todavía no habían cumplidos los 16 años y, en la representación internacional se nombró a un italiano y también a un japonés. La entrega de trofeos se debió producir en algún ignoto lugar porque tampoco lo pudimos ver. Comentamos con Rosa Mari que echábamos de menos una pantalla gigante que televisara todo el circuito para que el público asistente disfrutara de la carrera al completo.
Sobre las 13:15 decidimos despedirnos de Motorland y desplazarnos a Alcañiz a comer. Ya en el pueblo, aprovechamos para dar una vuelta por el mercado medieval y callejear por el casco antiguo así como contemplar las bien acondicionadas riberas del río Guadalope. Pensábamos comer en el restaurante El trillero pero -aunque había gente dentro- la puerta estaba cerrada y no nos dieron ningún tipo de explicación por lo que comimos en el restaurante Alcañiz que también es hostal en la misma plaza que el anterior. Muy bien la comida, la atención y el precio (10 € por persona). Los moteros ya se lo saben porque estaba a tope.
Me consta que hay bastante polémica sobre lo acertado o no de la construcción de Motorland y la inversión realizada. Personalmente creo que es una apuesta moderna e innovadora que tiene su público y que enlaza con la tradicional afición de los alcañizanos y un nutrido sector de población joven nacional e internacional por las competiciones de vehículos a motor y por el mundo de las motos y los coches. En mi caso no existe tal afición por las carreras así es que doy por muy bien empleada la excursión pero creo que tardaré un tiempo a volver de nuevo por Motorland.
NOvedoso es el circuito de Motorland, polémicas aparte, es un lugar para disfrutar y observar a la gente, el ruido tremendo y los boxes; no te digo nada en la fórmula 1, la parafernalia que se monta es tremenda. Importante es que lo pasarias bien. Un abrazo de Javier.
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