¡Me ha encantado el recorrido de hoy! Muy bien planificado y mejor llevado por la monitora que dirigía el grupo (Inma).
Todo se ha configurado para que la jornada resultara excelente: el día que estaba estupendo, un grupo de 31 personas heterogéneo y con representación de todas las edades, una muy notable capacidad de empatía y explicaciones muy didácticas por parte de la guía y, por supuesto, la presencia del agua que nos ha acompañado prácticamente a lo largo de todo el recorrido.
A todo esto le podemos sumar los paisajes con encanto de la sierra de Guara, el verde intenso de la exhuberante vegetación de la zona y la sinfonía de composiciones multicolor con que nos obsequian las flores de mil y una especies que ahora aprovechan para mostrarse en todo su esplendor.
He hecho solo el recorrido. Una pena porque podíamos haber aprovechado 3 ó 4 plazas vacantes en mi coche pero la cita era inaplazable y no podia faltar a la misma.
El trayecto desde Zaragoza a Huesca, cómodo como siempre. He parado a llenar el depósito en una gasolinera y el empleado -muy amable- se ha empleado a fondo para detallarme cómo los de Almudévar gestionan mejor el coto de caza que los de Gurrea ¿o era al revés? El caso es que ha debido observar algún atisbo de que le hacía caso porque no le han faltado argumentos para demostrar la premisa inicial.
Luego ha habido que desviarse por la N240 -que va a Barbastro- y, enseguida, he llegado al desvío de Liesa. Allí me he liado un poco y he circulado unos kilómetros en dirección incorrecta, pero enseguida he percibido el error y lo he enmendado. Después de Liesa, ha venido Ibieca (no conocía ninguno de los dos pueblecitos) y, a continuación el desvío para el embalse de Guara, también llamado de Calcón por el río que lo alimenta.
La cita era a las 10 en "Casa Estebañón" y yo he llegado muy puntual a las 10 menos cuarto. Ya había personal esperando y, una vez estacionado el coche, he recibido de la organizadora una cartulina con un numerito indicador de mi participación en la actividad.
Rápidamente nos hemos organizado para no utilizar todos el coche y nos hemos distribuido entre varios vehículos para recorrer un tramo de camino sin asfaltar que nos llevaba hasta un paraje llamado La Tejería. Allí Inma ha comenzado sus explicaciones indicando con rigor y amenidad los pormenores de la vida que llevaban los antiguos tejeros.
Luego el grupo se ha puesto de nuevo en marcha y poco a poco el pelotón se iba estirando. Yo procuraba ir entre los primeros, más que nada por no perderme las explicaciones. Enseguida nos hemos adentrado en un bosque poblado con pinos y, con la fresca de su sombra, el camino se hacía más llevadero. Así hasta que hemos llegado hasta la ermita de Fabana (ya casi derruida en su totalidad).
El lugar era muy apropiado para el asentamiento de una pequeña población como así ocurrió en el pasado.
Eran gentes que vivían con lo básico. Supongo que se encontrarían muy felices en ese paraje desde el que se domina casi hasta el llano. Yo me he acercado a una balsa recordando mis tiempos de mozalbete, pero no he visto ninguna rana arrojarse al agua.
Posteriormente hemos retomado el camino hasta llegar a las gargantas. Allí la temperatura bajaba de nuevo unos grados gracias a la sombra de los árboles y la cercanía del agua. Hemos realizado un tramo del río subiendo siempre en dirección a Nocito. La mayoría se ha metido en el agua con sus botas o sus zapatillas. Yo iba con sandalias
y he tenido mucho cuidado de no mojarme para evitar luego rozaduras.
Del recorrido por el río subrayaría la abundante y variada vegetación que nos acompañaba y también los preciosos parajes que, de cuando en cuando, aparecían ante nuestra vista. Todavía hemos parado en varias ocasiones para atender a las explicaciones sobre flora, fauna e incluso aspectos geológicos del recorrido. Al final de este trayecto de ida nos hemos tomado un descanso y la gente se ha comido sus bocadillos. Yo sólo he bebido agua pues no había traído alimento alguno.
El regreso ha sido por el mismo camino de ida. Esta vez hemos ido más rápidos y sin tantas explicaciones. Sobre las 14:15 hemos llegado de nuevo al punto de partida y, después de rellenar una hoja de valoración de la actividad, cada uno ha marchado hacia su destino.
Todavía he hecho un alto en Siétamo donde me he tomado un bocadillo de jamón (este último más duro que una piedra) y una cerveza. Después he tenido que parar en Zuera porque me caía de sueño. Mis propios ronquidos me han despertado varias veces en la apresurada siesta.
Finalmente he llegado a Zaragoza con tiempo para ir a buscar a mi suegra y -juntos toda la familia- acudir a las urnas para cumplir con nuestro deber ciudadano de ir a votar.
Espléndida jornada la de hoy. He recargado las pilas para toda la semana.