Se me podrá objetar que es muy fácil y muy sencillo meterse con los bancos. Y quien más quien menos cuenta con medido énfasis los agravios que ha tenido que sufrir a manos de estas oscuras instituciones. Todos tenemos memoria.
Con la nefasta gestión que han llevado a cabo en estos años de crisis, con la persistencia de sus directivos en actuar de forma prepotente y provocadora, no es de extrañar que, en la actualidad, las sucursales bancarias funcionen, a veces, como pararrayos del desencanto ciudadano. Parece que ahora esté de moda ponerlos de vuelta y media.
Pero por encima de estas disquisiciones se vislumbra un nuevo talante ciudadano en la relación con estos baluartes del capitalismo.
Ya no nos sirven las pretendidas palabras "sinceras" del director de la sucursal de turno cuando nos sugiere que le llamemos por teléfono para "quitarnos las comisiones". O mejor, que como corderillos pidamos hora en su despacho para gestionar su devolución. Y desde luego lo que no sirve para nada son sus ridículos anuncios de los años sesenta pretendiendo hacernos comulgar con ruedas de molino.
Han cometido tantos abusos durante tantos años, que la inercia abusadora ha impregnado a casi todas las entidades. Y la memoria de agravios es muy vasta. Pero los ciudadanos tenemos memoria. Parece que no se hayan enterado.
Afortunadamente el cliente de toda la vida, el abuelico o la abuela que, mansamente, confiaba a los tiburones sus ahorrillos ha dejado paso a gente formada y más preparada. Que conocen sus derechos. Que no se arredran ante el afán incontenido de comisiones y gastos de los depredadores. Y que no tienen ningún empacho en decir "Adiós muy buenas" y cambiarse de entidad.
Os recomiendo que hagáis lo propio. Que no les paséis ni una. Hace ya muchos años que inicié mis pinitos en el proceso de desafección bancaria. Qué más hubiera querido que permanecer fiel, por ejemplo, a la CAI, donde, en su momento, abrí mi primera libreta. O continuar mi inicialmente, cordial relación con Ibercaja o seguir con Caja España puesto que el primer director de la sucursal de mi barrio era encantador. Las múltiples putadas que, en su momento me hicieron, dieron al traste con años de fidelidad.
El acuerdo y la restitución han sido imposibles. Si continuara con ellos se me pondría cara de tonto. De canelo. De sojuzgado.
Así que he dejado atrás esas entidades y también he dejado atrás al BBV, Caja Soria y Santander.
Y, amigos, mientras la cosa siga como ahora de bien, me decanto claramente por ING.
Opero con toda tranquilidad por Internet, no me cobran ninguna comisión, me devuelven dinero por los principales recibos de la casa, me hacen un descuento al repostar gasolina, me dan un botellín de agua cada vez que voy a la oficina del Coso y me atienden de maravilla.
¡IMPOSITORES DEL MUNDO, REBELAOS CONTRA LAS ENTIDADES BANCARIAS ABUSADORAS. NO DEJÉIS PASAR NI UNA. SED INFIELES A VUESTROS BANCOS DE SIEMPRE Y, SI SE PASAN EN ALGÚN MOMENTO (QUE LO HARÁN) DÁDLES EN EL MORRO Y CAMBIAOS DE ENTIDAD!