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Desconozco si alguien lo habrá denunciado. Y si es el caso, la respuesta que han podido dar los directivos. Por lo que se ve no habrán sido muy sensibles porque la peste sigue allí, si bien es cierto que, a días, intentan camuflarla con algún producto ambientador. Mala solución. Todavía se acentúa más la acidez de la atmósfera del recinto.
A veces pienso que quizás hayan llegado a la conclusión de que es MEJOR que algo de olorcillo a desagüe rezume por los sumideros y se esparza por el recinto. La cosa vendría a ser como una metáfora de la propia esencia de las entidades bancarias: no conviene dar tregua a los clientes. Y mucho menos a los empleados. Que continúe el adocenamiento.
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