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sábado, 22 de marzo de 2014

La vida me deja atónito

Voy desde mi casa al trabajo -caminando- y, a veces, me fijo en las hormigas u otros innumerables insectos afanados en sus quehaceres atávicos de búsqueda y recogida de comida y, en su caso, elección de pareja sexual. Ahora en primavera el proceso se acelera. La generalidad de los seres vivos se desviven por mantener el hálito vital que impulsa sus actos y, desde muy temprano, se lanzan presurosos a sus afanes ancestrales.

Y me da pena cuando los piso. Cuando, sin querer aplasto una de estas maravillas. Cuando, en menos de un suspiro destruyo sus increíbles mecanismos biológicos ajustados evolutivamente hasta la milésima puliendo y repuliendo estructuras a base de millones de años.

Pienso, por ejemplo en las largas cadenas de su ADN encajando nucleótidos con precisión matemática. En los sensores de luz y proximidad, en su aparato locomotor, sus precisos órganos olfativos, su capacidad para orientarse en el vuelo, sus alucinantes transformaciones....

Ese tesoro biológico se va, de golpe y porrazo a paseo, por una mala pisada. O por un acto intencional. O -lo que es peor- por la súbita acción indiferente de algún insecticida.

Vivimos inmersos en un mundo en el que la vida se crea y se destruye constantemente. Pero no dejan de fascinarme los procesos ligados a ambos eventos.

Aunque debo reconocer que "algo raro" pasa con la vida cuando se genera y se destruye con tanta facilidad. Los depredadores necesitan matar para sobrevivir. Aunque también es cierto que "las especies animales han desarrollado una amplia variedad de características que funcionan para evitar su detección, selección y captura". (Wikipedia). Por otro lado se dan casos de muchos fetos inviables por anomalías del más diverso género...

Si seguimos descendiendo en la escala de observación contemplaríamos el precioso espectáculo de las células trabajando organizadamente. Y si descendemos unos cuantos peldaños más, nos encontraríamos con las moléculas, con los átomos... Todo ello organizado de forma maravillosa...

A la luz de las últimas investigaciones de física de partículas cada átomo es, en sí mismo, un microcosmos estructurado de una complejidad increíble...

No me cabe en la cabeza tanta precisión, tanta organización, tanto orden...

Como tampoco entendería que, un buen día, el zambombazo de un asteoride destruyera nuestro planeta y todo rastro de vida que bulle en él.

En el universo todo seguiría como si no hubiera pasado nada.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Nuevos mundos

El mundo de la ciencia está viviendo con inusitado frenesí un continuo goteo de nuevos descubrimientos astronómicos. Ahora que las noticias vuelan gracias a Internet las novedades se suceden día a día y en casi todas las jornadas se presentan novedades.

El pasado 26 de febrero se anunció el descubrimiento de -nada más y nada menos- que 715 nuevos planetas orbitando lejanísimas estrellas. El cómputo total de exoplanetas descubiertos a fecha de hoy es de ¡¡¡1.690!!! y, no tardando mucho es muy probable que se unan al listado otros 3.845 candidatos. Si, finalmente, así fuera, el total de nuevos mundos descubiertos sería de 5.535.

Naturalmente esta ingente masa de objetos extrasolares sólo supone un pequeño apéndice de lo que, muy posiblemente, se irá revelando más adelante. Ya "tenemos" medio preparado el gran telescopio James Webb que, cuando se lance y alcance su correcta posición, si las cosas van según lo previsto, descubrirá, a buen seguro miríadas y miríadas de nuevos planetas. Como dicen los americanos "The project is working to a 2018 launch date".

Ante esta avalancha de nuevos descubrimientos uno, además de quedarse atónito, empieza a reflexionar y a pensar en lo que nosotros representamos en el contexto no ya del universo, sino de nuestra humilde galaxia Vía Láctea. Y uno también se cuestiona y se interroga acerca del significado de la vida, de la vida inteligente, de la génesis de nuestra conciencia.... de las razones (si es que las hay) de nuestra existencia.

Nos estamos adentrando cada vez a mayor velocidad en el mundo de lo más grande y en el de lo más pequeño. Los cientos -si no miles- de artefactos espaciales van dando cuenta de lo que se cuece en el horizonte visible del universo y más allá. Y en el LHC de Ginebra están también empeñados en desentrañar lo que ocurre en las más minúsculas escalas.

Nuevos mundos están apareciendo en ambos ámbitos y vemos como nuevos y sorprendentes fenómenos se empiezan a manifestar en ambas escalas: macro y microscópica. Los púlsares, los cuásares, las enanas blancas y marrones, las estrellas de neutrones, los agujeros negros, la materia y la energía oscura... están presentes por doquier en el ancho mundo que nos rodea y los quarks, muones, fermiones, positrones, hadrones y neutrinos también imponen sus inexorables reglas configurando la materia.

Los más recientes desarrollos de la teoría de cuerdas están ya señalando la posible existencia de nuevas dimensiones y partículas exóticas predichas como el bosón de Higgs han aparecido, finalmente, al incrementar la energía de choque de los haces de protones en las instalaciones del CERN. Es muy previsible que en la próxima década asistamos asombrados a la emergencia de una nueva física que tendrá que explicar fenómenos que ni siquiera imaginamos.

Para los que hemos tenido la suerte de vivir estos tiempos tan apasionantes cada día que pasa es un auténtico regalo. Una bendición que nos permite si no saciar, al menos sorber un pequeño traguito del vasto recipiente del conocimiento.