Hombre, por favor, en algo tan básico como un bocata de jamón, los dos componentes (tres si lleva tomate) deben cuidarse con esmero. Deben ser sabiamente escogidos.
Advertimos al camarero de tal inoportunidad y, con cierta desgana se los lleva de vuelta a la cocina para presentarse de nuevo con idéntico jamón y la envoltura de pan sólo ligeramente más aceptable.
Nos quedamos a cuadros. No nos cabe en la cabeza que, en los tiempos que corren, establecimientos de cierta enjundia desatiendan tan clamorosamente la calidad de los productos que ofertan a la clientela.
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