Sería, por ejemplo, el caso de las páginas que visitamos en Internet. En mi caso, por ejemplo observo cómo casi me veo impelido a revisar a diario las tres o cuatro que consulto con más frecuencia. Si un día no lo hago, parece como si me faltara algo. Lo mismo ocurre con el telediario de las 3 o con el periódico de lectura habitual.
De manera que yo creo que se establecen conexiones neuronales muy sólidas con todos estos comportamientos y que el cerebro manifiesta, a su manera su enfado, si no se repite el ritual diario.
De momento no he encontrado una alternativa clara a esta situación. A veces hago intentos de cambiarla pero duran poco tiempo. Enseguida retorno a la rutina habitual.
Al cerebro no le agradan ni la novedad ni las sorpresas. Le gusta la previsibilidad y tenerlo todo más o menos acotado.
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