He aquí otra fotografía elocuente. Refleja aquello en lo que deviene una barbacoa cuando se procede a su demolición. Material de desecho. Lo que, en un momento dado, constituyó una vía para encender fuego e incluso asar alguna que otra chuleta, en una santiamén ha quedado reducido a escombros. El orden anterior ha dejado el paso al desorden, a la entropía.
Atrás quedó el tiempo de la persona que proyectó el equipamiento. También quedaron atrás sus pensamientos y sus intenciones. Sólo algunos ladrillos ennegrecidos nos darían la clave de que, hasta no hace mucho, allí había una chimenea.
Amigos, el fugaz paso del tiempo nos invita a reconsiderar muchos de nuestros afanes, de nuestros desvelos...
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