Me preguntaba el otro día qué impresión tendrán mis nietos (si es que tengo) acerca de lo que, en su momento, escribió su abuelo en el Blog o cuaderno de bitácora. La verdad es que, repasando algunos de los contenidos que he vertido en el blog, podrían llegar a la equivocada idea de que su abuelo siempre estaba viajando, asistiendo a eventos divertidos, haciendo senderismo y, en una palabra, pasándoselo de maravilla.
Sin embargo no es oro todo lo que reluce. Tanto este blog como otras redes sociales, en realidad lo que reflejan son momentos muy puntuales de la realidad de un individuo. Imposible contemplar la globalidad del sujeto.
Servidumbres de lo digital. Y limitaciones también en lo social. Es inviable trasladar a una página la compleja realidad diaria de una persona. Con sus aciertos y sus errores, con sus momentos alegres y sus ratos tristes, con sus dolencias, sus desaciertos, sus malos rollos...
Y por otro lado, está la constricción social. Que se vea lo divertido, lo interesante, lo guay. Pocos blogs conozco donde la gente registre sus malos ratos...
Concluiremos, por tanto, que este blog, (todos los blogs) son sólo un pálido reflejo de quien los escribe y no necesariamente se vierten en él los aspectos más relevantes de su personalidad. Puede que, en ocasiones, sea precisamente lo contrario.
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