No destaca entre mis habilidades más señaladas. De hecho hace relativamente poco que aprendí a planchar. Aunque ahora, de vez en cuando empuño el instrumento y me las tengo que ver con las arrugas de la ropa recién lavada.
Y cuando lo hago, trato de enfrentar la tarea con paciencia y tranquilidad. Sin prisas. Son malas consejeras.
Así que me entrego a mi misión con la filosofía del Mindfulness: concentrado en lo que hago y tratando de no pensar en otras cosas. Reconozco que este planteamiento me ayuda sobremanera a realizar la labor a conciencia. Así, poco a poco, el montón de ropa sin planchar va disminuyendo y yo viendo pasar las horas sin más objetivo que la atención concentrada en el acto de planchar.
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