Todo lo que puedas imaginar es real.
Pablo Picasso
Iba a decir que son casi como mi familia; pero yo creo que ya sobra el casi. Son mi familia.
Las plantas de mi jardín me han estado acompañando desde que lo puse en marcha y, con muchas de ellas he establecido una sintonía muy estrecha.
Después de muchos años de cuidados y de mimos, la mayoría han acabado asentándose. No es de extrañar, por tanto que me conozca de cabo a rabo sus apetencias y sus recelos; sus necesidades y la forma de subvenirlas.
Algunas son añejas. Las primeras que fueron plantadas. Otras hace poco que han engrosado el elenco de las ornamentales. Son las advenedizas.
A lo largo del año todas han pasado por distintas vicisitudes. Pero algunas de ellas han desarrollado habilidades especiales que les ayudan a seguir con su empeño.
Permitidme que os presente pues al grupo de las "persistentes".
El romero estaba en una zona sombreada. Este verano se las ha arreglado para buscar más luz haciendo crecer varios brazos y apoyando la parte leñosa en las baldosas.
Las florecillas rosas quedaron ocultas este verano por sus competidoras las petunias. No les ha quedado más remedio que buscar un hueco y así poder mostrar su esplendor.
La adelfa se había hecho muy grande y no quedó más remedio que cortarla. Este verano ha rebrotado. Le daré una nueva oportunidad.
Al níspero también hubo que propinarle una agresiva poda para no molestar al vecino. Después del severo aviso se ha recuperado y ha moderado su crecimiento.
La hortensia casi se secó este verano. Con el otoño, el calor se ha moderado y ha vuelto a resurgir.
Ya conocéis al plátano. Después de fallecer la planta madre, este pequeño chito ha tomado su relevo. Ahora el "mozé" crece con renovado vigor.
La palmera casi fallece también este verano. Se está recuperando de tanto sofocón justo en el rincón donde creció de forma espontánea.
El limonero también desarrolla sus propias argucias para sobrevivir. Cada año, al comienzo del otoño le ataca una plaga de pequeños gusanillos taladradores de las hojas. Solución: que broten muchas más para que con la llegada del invierno se detenga la actividad depredadora y queden indemnes la mayoría de ellas.
El minador de la hoja del limonero (Phyllocnistis citrella). Vive en el interior de la hoja.
Buenas compañeras, las plantas, Jose Luis . Y muchas de ellas son muy agradecidas , con pocos cuidados te regalan su esplendor.
ResponderEliminarsaludos
Me consta, Jorge, tu amor por las plantas.
ResponderEliminarGracias por el comentario.
Un abrazo.
Pues sí, el que tiene una devoción por las plantas tiene una sensibilidad especial, y no abundan mucho.
ResponderEliminarEn un edificio con veinte balcones, solo dos o tres tienen flores, eso dice mucho de la falta de sensibilidad.
Yo me quedo con una pequeña ventana de una residencia de mayores cerca del Pilar, que siempre tiene sus dos macetas, está buena señora no se resigna a no tener flores.
Si que son buenas compañeras.
Lanzan mucho esplendor a la vida.
Saludos José Luis.
Yo también tengo constancia de tu sensibilidad con las plantas y con la naturaleza en general, Javier. Coincidimos en ello.
ResponderEliminar¡Un saludo!