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viernes, 15 de octubre de 2021

¿En qué quedamos?

Solo se consciente de que poseas lo que poseas hay alguien que tiene menos que tu y es más feliz.


Si algo desorienta -e indigna- a la ciudadanía es que se establezcan unas normas y luego se ignore la aplicación de su cumplimiento.

En el recorrido diario que solemos realizar con mi mujer no faltan ejemplos de tal contradicción. La calle Miguel Asso es uno de ellos. Ahí vemos como se ha rotulado la calzada con una visible señal de limitación de velocidad a 30 Km/h. Y vemos asimismo cómo muy pocos vehículos hacen caso de la misma ¡Y no pasa nada!


El cruce del puente de piedra con Echegaray y Caballero es el otro. En el carril bici aparecieron hace un tiempo unos carteles indicando que los ciclistas deben apearse y realizar el cruce a pie. Nadie lo cumple. 


Si se pone una norma, ¿no debería supervisarse su cumplimiento?

No hablo sólo de sanciones o imposición de multas. Hay otras muchas vías para ajustar las normas a la realidad cotidiana.

Por ejemplo estableciendo campañas periódicas de información hacia todos los conductores que contravengan la velocidad establecida o la obligatoriedad de apearse de la bicicleta. O comunicando de manera individual que tal día a tal hora se ha infringido la norma y recalcando los beneficios del atenerse a tal normativa.

En cualquiera de los casos lo único que hace falta es voluntad. Voluntad de mejorar los procesos. De ir avanzando poco a poco.

Aquí en España somos muy dados a estas paradojas. A elaborar leyes y luego no supervisar su puesta en práctica. Parece como si los políticos decretaran las normas sólo de cara a la galería. Sin convicción y sin ganas de analizar posibles incumplimientos.

No se a vosotros; pero a mi estos hechos me generan un elevado nivel de "disonancia cognitiva". Peor todavía cuando en algunos ámbitos se es muy estricto y en otros se pasan por alto saltarse la norma.

Cada vez que paso por la calle mencionada anteriormente o por el puente de piedra; al mirar las señales y observar cómo se saltan de forma sistemática, no puedo dejar de pensar:

Pero bueno... ¿En qué quedamos?


3 comentarios:

  1. Si hay que andar con los mil sentidos, sí. Somos muchos y ya sabes, siempre hay alguno que saca las paticas del tiesto,
    Lo tengo claro, aunque tenga el semáforo en verde, miro al otro lado por si acaso, en una ciudad grande hay que andar con cuidado, aún con todo, alguno que otro, resulta atropellado.
    La gente no es consciente.
    La urbanidad y conducta cuesta ponerla en marcha.
    Tendremos que seguir teniendo cuidado,,,, para ir tirando.
    Saludos José Luís.

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  2. Lo siento J.L. pero no estoy de acuerdo contigo, en este país tenemos unos políticos que están acostumbrados a solucionar las cosas con leyes y normas hasta el hartazgo cuando la solución es el sentido común y la consciencia social. Personalmente, y durante la pandemia, eché en falta que algún político no se le ocurriera "prohibir los virus" con alguna ley.

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    Respuestas
    1. ¡Genial! Opiniones discrepantes. El debate y la controversia es lo que facilita una visión más amplia de los temas.
      ¡Gracias por tu aportación, Juan!

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