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La reproducción de estas marchas produce un efecto hipnótico, casi diría que narcótico por sus contundentes acordes y por la reiteración de la cadencia, del ritmo acompasado característico de este tipo de música.
Yo destacaría la percusión como el elemento más característico y diferenciador de las marchas militares. La contundencia del bombo y el tambor marcan el ritmo al que, supuestamente, deberían desfilar los soldados. Bien alineados y manteniendo el paso, por supuesto.
El espíritu gregario habitual en muchos ámbitos de la naturaleza, presenta -en el caso de los humanos- su mejor estampa, en los desfiles militares.
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