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sábado, 25 de junio de 2016

El Brexit


Mal asunto votar a favor de la separación de Europa. Me parece una decisión desafortunada. En la que han intervenido -con seguridad- múltiples factores que, posiblemente, poco tengan que ver con la identidad europea.

A mí me parece estupendo que los británicos se sientan orgullosos de sus tradiciones, de sus costumbres y de su cultura. Pero ese orgullo nacional, en ocasiones raya en la exageración. Cuando he viajado a Londres, siempre me ha llamado la atención el énfasis que ponen en señalar la "britanidad" de los productos que se venden en los supermercados. Y en general en cualquier bien de consumo. Algo que, a mi entender raya en lo histriónico. Y cuando hemos viajado por el norte del Reino Unido también hemos observado cierto desdén en el trato a los que nos consideran "no nacionales".

Cuando una comunidad se siente diferente, incluso superior en sus hábitos y costumbres, cuando se muestra la bandera nacional como signo de orgullo pero también de superioridad respecto a otros estados, algo no encaja. Menos en un planeta globalizado. Esto -creo yo- es de aplicación tanto a vascos como a catalanes o alemanes. Me da lo mismo.

Desde mi punto de vista, lo idóneo sería enviar a los líderes más aguerridos, a los más acérrimos con la superioridad de su país durante unos cuantos meses a la Estación Espacial Internacional. Que convivan entre ellos. Que hablen entre sí los miembros de nacionalidades que se creen superiores. Y que dependan de la base en tierra para su supervivencia.

Un día tras otro verían por las escotillas de la estación la pequeña bola azul, la canica en la que vivimos, el planeta que nos alberga. Creo que eso representaría una buena señal de humildad.

Yo, amigos, me siento no ya ciudadano del mundo sino ser privilegiado del universo en el que hemos tenido la fortuna de vivir. 

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