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La cita se prolongó al menos durante un par de horas y yo hice varios intentos de meterme en conversación con los asistentes. Nada, en vano. Ellos y mi amigo tenían muchas experiencias en común y bastantes cosas que contarse y yo no sabía por donde meter baza. En su animada charla no cabía intervención alguna por mi parte. Y cuando lo intentaba, creía adivinar una cara de cierta extrañeza en mis contertulios.
No hay nada como vivir en primera persona experiencias impactantes. Allí caí en la cuenta y pude vivir en primera persona lo que significa la expresión "ser un convidado de piedra".
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