Atención, atención amigos recién jubilados. Se ha inventado una palabra nueva. Una palabra que define muy bien los procesos que pueden tener lugar cuando uno finaliza su vida activa y queda englobado en las llamadas "clases pasivas". Una palabra que abarca diversas acciones que el jubilado puede llevar a cabo de buena fe, por supuesto, pero que pueden conducirle por los intrincados vericuetos de la dejadez personal, familiar y social. Me refiero a la siempre latente posibilidad de que el recién jubilado comience a "abuelizarse".
Indicadores claros de abuelización serían, por ejemplo, el descuido del aseo personal, el abandono en el trato con los demás o un empeño exagerado en usar hasta el límite de su vida útil las prendas de vestir.
Indicadores más sutiles como seguir siempre las mismas rutinas, relacionarse siempre con la misma gente, o ser inflexible con las propias ideas también serían referentes de importancia para valorar con más precisión el grado de abuelización.
Y por supuesto, no hacer ejercicio físico, descuidar las aficiones, obviar la importancia de una buena relación con la pareja o ver mucha televisión añadirían puntos negativos al proceso. La lista de indicadores podría ampliarse fácilmente y os emplazo, amigos lectores, a que terminéis de completarla.
La palabra no la he inventado yo. El mérito le corresponde a mi hija pequeña. Gracias a su apoyo y a su visión crítica de mi propia jubilación, dispongo en casa de una escala indicadora de procesos abuelizantes. Y procuro estar atento para no pasar la línea roja.
En próximas entradas os comentaré algunas ideas que pueden contribuir a mantener en forma el cuerpo y la mente. Lo dicho, amigos. NO HAY QUE ABUELIZARSE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario