Zaragoza a vista de avión no se parece en nada a la ciudad donde normalmente vivo mi día a día. Desde arriba todo se empequeñece y, a fuerza de subir metros, llega un momento en el que sólo se ven grandes bloques de edificios, los coches son puntos diminutos y las personas acaban desdibujándose. No te digo nada si continuamos la ascensión hasta situarnos en la órbita de nuestro planeta. Para qué hablar si ya nos posicionamos en marte o más allá...
No creo que tenga la oportunidad de visualizar la tierra desde otro planeta de nuestro sistema solar pero ya hay muchas imágenes tomadas por naves espaciales que nos recuerdan continuamente la insignificancia de nuestra existencia comparada con la magnificencia del firmamento. Que cada cual saque sus propias conclusiones.
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