Leo en un estupendo artículo de Curtis W. Marean sobre la evolución que de todas las especies humanas que han vivido en nuestro planeta sólo Homo Sapiens ha logrado colonizarlo en su totalidad. Y que, según él, dos han sido las condiciones de esa supremacía: la tendencia codificada en los genes para cooperar con desconocidos y las armas de proyectil avanzadas.
La historia de nuestra estirpe arranca en África hace 200.000 años y hace unos 45.000 años que llegamos a Europa occidental. Primero nos ocupamos de los neandertales hasta llevarlos a la extinción. Y después se fueron organizando clanes cada vez más numerosos y poderosos. A partir de aquí una colosal sucesión de confrontaciones, guerras, luchas y batallas fue configurando lo que hoy conocemos como naciones. El sentimiento de pertenecer a una misma nación acentuó todavía más el carácter gregario de nuestra especie.
Y en la actualidad, las redes sociales están potenciando hasta lo inverosímil la pertenencia a un mismo grupo, la adscripción a colectivos muy numerosos por distintos motivos, por diferentes razones.
De manera que ese incremento sustancial del factor que nos hizo humanos nos permite aventurar nuevos y prodigiosos avances, nuevas conquistas, nuevos retos en los que, de nuevo, sapiens se medirá sabedor que, de nuevo, volverá a ganar.
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