Cuando aparecieron los tocadiscos, también se incorporaron a los pipetes. Así se formaba un magnífico támdem: cuba de vino con pipeta y música, imprescindible para divertirse de lo lindo. Era el tiempo de los guateques y el lugar idóneo para sondear posibles parejas.
En la actualidad los pipetes han evolucionado y casi alcanzado la consideración de segundas viviendas ya que los jóvenes pasan allí muchas horas de su jornada matutina y nocturna. Vienen a ser como una introducción al mundo adulto para muchos adolescentes. Por supuesto mundo adulto festivo.
Visto el afán con el que la juventud prepara sus locales semanas antes de las fiestas, vaticino una larga vida a los pipetes.
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