Me dejan una novela escrita en francés para que disfrute de ella y mira por donde en un descuido, mi perro se ha entretenido mordiendo con afán el libro. No tengo palabras para reflejar el malestar que me ha producido la situación. Es el colmo del los colmos. Un producto culto ya no pisoteado sino mordido por un can. Y un descuido inadmisible por mi parte, el no haberlo puesto fuera de su alcance. Así que para remediar el entuerto, no veo otra salida que adquirir un libro nuevo y devolvérselo en su estado primigenio a su dueña.
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