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sábado, 5 de septiembre de 2015

Las fiestas del pueblo

Hoy hemos subido al pueblo que está en fiestas. Ya no digo que hemos subido a las fiestas del pueblo porque la edad tamiza el talante con el que se afrontan estos días de alegría y desenfreno. Pero aún así, es inevitable el contagio de la atmósfera festiva.

Estos días la gente se muestra más acogedora, más dicharachera, más cercana, más graciosa y ocurrente.
Bien es cierto que el generoso uso que se hace del alcohol, facilita en gran medida esta conexión. No recuerdo unas fiestas sin bebida. No borracho. Con el "puntico" como decíamos.

Y observo cómo -en lo fundamental- se siguen manteniendo los mismos usos y costumbres que cuando yo era jovenzano: los pipetes, las vacas, los petardos, el concierto, los fuegos artificiales, la diana por la mañana, el baile....

Debe ser una mezcla acertada porque pervive "malgré" el paso de los años. Y también he visto que los jóvenes han dejado por unos días de lado sus inseparables móviles y cantan, ríen y disfrutan de lo lindo interaccionando en el mundo real y dejando a un lado lo virtual.

Finales de agosto-primeros de septiembre son fechas festivas por naturaleza. En los pueblos de toda España se hace un paréntesis para dar paso a la alteración festiva de la norma. Sin estrecheces y relajando las ordenanzas. Sin horarios.

Los humanos -quizás todos los animales en general- necesitamos unos días de asueto y relajación para luego retomar con ímpetu renovado la -a veces- engorrosa cotidianidad.

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