Andaba yo por el jardín dubitativo pues no tenía claro si debía aplastar o no a varias hormigas que se querían merendar mis uvas ¡Qué descaro! se están aprovechando de mi trabajo, decía una vocecita en mi interior. Mientras otra voz no menos vibrante aportaba el argumento contrario: ¿Cómo vas a terminar con esa maravilla, con esa obra maestra de ingeniería biológica y de organización social que es una hormiga?
El caso es que cuando ya el dedo pulgar se disponía a rematar la faena, de nuevo "voz 1" aportó un argumento de peso: Piensa en todos los eventos que han tenido que ocurrir, todas las acciones que se han tenido que desarrollar para confluir, finalmente, en esa hormiga. De momento se ha necesitado una hormiga reina que pusiera sus huevos en el hormiguero que, con gran esfuerzo habrán preparado las obreras. Anteriormente a todo eso, a la hormiga reina la tuvo que fecundar algún "hormigo macho" para que sus huevecillos pudieran ser viables. Eso, en el caso que algún depredador, pájaro o ave de cualquier tipo no hubiera terminado antes con sus vidas. Después las obreras tuvieron que cuidar a las crías y alimentarlas y, posteriormente, ya adultas, las hormiguitas recién nacidas debieron aprender las destrezas básicas y los usos y costumbres de su colonia para realizar su trabajo de acarreo con eficiencia.
Todo ese historial, de golpe y porrazo se podía ir al garete con sólo apretar el pulgar. Así que, por esta vez, me detuve. Sin embargo la situación me dio para pensar ¡y mucho!
La vida y la muerte son consustanciales a la existencia de animales y plantas en la tierra. Continuamente aparecen y desaparecen seres vivos, muchos de ellos devorados por otros seres vivos. Y si metemos por medio las plantas (que también tienen vida) la situación no cambia a mejor. Todo lo contrario.
Todos nos estremecemos cuando vemos al león devorando viva a una cebra. Pero es el destino de los dos. Nos da pena la cebra pero ¿qué pasaría si no pudiera comer nada el león durante varias semanas?
El ser humano ha llegado hasta donde ha llegado a base de guerras, batallas cruentas y todo tipo de atrocidades. Si le diéramos al "enter" de la calculadora de matar, ¿cuál sería el número de muertes violentas en la especie humana desde sus inicios?
Todo esto enlaza con la famosa pregunta de si estamos solos en el universo. Y si en el universo hay vida en otros astros (planetas o satélites) ¿qué sentido tiene? ¿O acaso el sentido de la vida y la necesidad de su preservación es sólo un constructo humano-social?
A estas alturas no me queda claro cómo debo proceder con las hormigas que se comen mi uva.
El sentido de la vida pudiera ser el del crecimiento útil y el equilibrio, la armonía, un reparto armónico de vida.
ResponderEliminarUna cebra muere para que un león crezca. Una parra es utilizada por la hormiga para alimentarse y crecer (ella, las larvas, el hormiguero), el grano de uva muere, pero las pepitas bien caerán al suelo para germinar. Cada ser vivo coge aquello que necesita, esto es, son muertes útiles para el crecimiento de otro ser en cualquier sentido.
El Hombre es el único ser vivo que genera muerte sin utilidad, sin aportar crecimiento o equilibrio a otras especies, porque mata por ambición, esto es, más allá de la muerte útil para el crecimiento de otro ser vivo. Le impele el sentido del beneficio y, por eso, esquilma. Pero además, no reparte. Así, en el primer caso, tala árboles de forma masiva para la industria del mueble o mata animales por sus pieles de lujo, por ejemplo. En el segundo caso, el Hombre, no reparte sus cosechas con otros seres vivos de la Naturaleza (porque perdería beneficios)
El Hombre esquilma y, por tanto, es responsable de la aniquilación de otras especies, por un lado, y al mismo tiempo es responsable, por tanto, de respetar la vida y preservar especies y medio ambiente. Es sencillamente ético, justo y necesario que así sea.
El Hombre es el único ser vivo que genera muertes inútiles.
¡Excelente comentario, Begin! Y aclaratorio de muchas dudas e incertidumbres. Tomo buena nota de tus palabras.
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