Recuerdo un día de invierno, en el colmenar de Uncastillo. Hacía frío pero tenía que abrir una colmena para colocar el tratamiento contra la varroa. Me acerqué sigilosamente hasta la colonia y -aparentemente- todo estaba en calma. Por la piquera no se veía ningún insecto.
No se si realicé algún ruido imperceptible o que las abejas notaron una extraña fuente de calor o cualquier otro estímulo del que no fui consciente. El caso es que, en un momento determinado un montón de abejas salieron en tromba directas a mi cabeza.
Menos mal que iba protegido. Si no, no se que hubiera sido de mi.
Realicé como pude mi tarea y enseguida me retiré acompañado por el furioso zumbido de los insectos que no cejaban en su empeño de defender al resto de la colmena.
¿Cómo puede ser que se hubieran comunicado de una forma tan rápida el momento de salir en masa por la piquera? ¿Quién dio la orden? ¿Cuál fue el proceso fino de toda esa toma de decisiones?
En muchas ocasiones se habla de las colmenas como si fueran un súper organismo. Que al igual que nuestro cerebro se mantiene vigilante para controlar todas las variables que influyen en la supervivencia de la colonia.
Los procesos de comunicación son complejos y variados. Las abejas disponen de un montón de receptores sensoriales que les informan de variables como temperatura, humedad, cantidad de alimento almacenado, presencia de depredadores y muchas cosas más. Eso a nivel individual.
Pero es que, en el plano colectivo, la misma subdivisión del trabajo en la colonia requiere de continuos flujos comunicativos entre los miles de individuos que la componen. Están las limpiadoras, las nodrizas, las constructoras de panales, las que reparten los alimentos, las limpiadoras y las defensoras. Todas trabajando al unísono para el beneficio común de la colmena.
A veces me pregunto: ¿Cómo debe ser ser como una abeja?
Si fuéramos capaces de experimentar por un momento esa sensación seguro que nos quedaríamos maravillados.
Los procesos comunicativos en el interior de la colonia son extraordinariamente refinados. Los olores (las feromonas) ocupan un lugar importantísimo en la transmisión de los mensajes. El olor de la reina unifica el trabajo de los demás individuos de la colonia.
Si tomamos las tres acepciones de la Real Academia de la Lengua para la conciencia veremos que las tres encajan casi a la perfección con las abejas
- Capacidad (del ser humano) de reconocer la realidad circundante y de relacionarse con ella.
- Conocimiento inmediato o espontáneo que el sujeto tiene de sí mismo, de sus actos y reflexiones.
- Conocimiento reflexivo de las cosas.
Aquí os dejo un vídeo de varias colonias de abejas donde se aprecia mejor su respuesta unitaria ante las amenazas.
¡Hasta la próxima semana!
Qué artículo más preciso.
ResponderEliminarTomando el mundo de las abejas, has explicado con precisión su organización para funcionar.
Yo creo que conciencia no tienen, pero si se les molesta saltan como resortes.
Ellas, en cierta manera, quieren paz
Curiosa explicación José Luis.
Saludos de Javier.
El mundo de las abejas desde siempre ha suscitado un gran interés. Y las investigaciones sobre su comportamiento cada vez afinan más.
ResponderEliminarSeguro que aún quedan muchas áreas por conocer. Todo se andará.
¡Saludos!
Así es, José Luis, buenas notas. otra cosa asombrosa de estos insectos sociales es que como individuos no están muy desarrollados a nivel de cerebro, pero como colonia grupal actúan como un ser complejo más propio de animales mucho más evolucionados.
ResponderEliminarEl mundo de las abejas es fascinante, Jorge. Tu lo sabes bien y lo conoces de maravilla. Siempre hay cosas nuevas para investigar. Es un área de conocimiento en la que se puede profundizar más y más. Una afición apasionante.
EliminarYa sabes que tengo muy en cuenta tus observaciones.
Gracias por tu comentario
¡Saludos!