Realmente, gracias a las explicaciones de mi amigo Serafín y a las conferencias del profesor Andreu, me voy haciendo cargo de que la arqueología es una ciencia difícil -compleja diría yo- y también apasionante. Requiere, de momento, de un profundo conocimiento histórico y de un completo dominio del devenir de los acontecimientos para enmarcarlos en la época en la que se supone que ocurrieron.
Pero también hay que desarrollar la intuición y plantear posibles hipótesis explicativas sobre lo que se va sacando a la luz, conectar unos datos con otros, emplear el razonamiento inductivo y el deductivo y, finalmente proponer una explicación razonable que de sentido a todas las informaciones que se van recabando.
Me da la impresión que si no se manejan con cuidado los descubrimientos se puede correr el peligro de no acertar en lo que realmente significan o, directamente de malinterpretar los datos. Por eso hay que ser cuidadosos y emplear en lo posible el método científico para no aventurar hipótesis descabelladas.
Aún con todo, siempre habrá huecos a lagunas en la descripción que se realice. Es muy complicado explicar todas las facetas de las realizaciones y las interacciones humanas de hace 2.000 años. Y no digamos nada de los empeños -y los anhelos- de las gentes que por entonces vivieron.
En la foto superior os muestro algunos fragmentos de cerámica que he encontrado en mi terreno de Villamayor. Seguramente provenientes de platos o jarras empleados en su momento. Algo es algo. Pero no tengo ni idea de por qué llegaron a romperse. Para qué se empleaban realmente. Quién los fabricó y en qué fechas. Cuál era su precio, etc. Y tampoco tenemos ninguna referencia de los afanes y sentimientos de los que emplearon estos útiles ¡Desconocemos casi todo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario