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viernes, 11 de diciembre de 2020

¡Silencio!


“Cásate con un arqueólogo, cuanto más vieja te hagas, más encantadora te encontrará.” 

AGATHA CHRISTIE


Una de las muchas consecuencias de la pandemia COVID ha sido, precisamente, el incremento de nuestras interacciones virtuales. Nada tendría de malo este hecho si no fuera porque -como sabemos- Internet no se conforma con el contacto periódico con familiares y amigos sino que se empecina en reclamar continuamente nuestra atención.

Todo es encender el aparato (me da igual ordenador que móvil que tableta) y ver a continuación como un auténtico desfile de notificaciones sale a nuestro paso. 

WhatsApp por supuesto, pero igualmente el correo electrónico con sus escritos correspondientes, los resúmenes de prensa, las novedades en YouTube o en cualquiera de las múltiples redes sociales, mensajes de texto, publicidad y más publicidad...

Añadamos a esto la omnipresente televisión, las "antiguas" llamadas telefónicas o los avisos de la agenda electrónica o del "watch". En fin, una locura.

A mi me da la sensación de que el fenómeno nos ha cogido un poco desprevenidos. Con el riesgo que ello conlleva de meterte sin querer en una auténtica maraña de interacciones; en una borrachera de mensajes.

Así que de vez en cuando, la vocecita de la serenidad y el equilibrio pide su turno. Y comenta tímidamente que, a base de tanto interaccionar se corre el peligro de perder la capacidad de reflexionar.

En realidad, la solución no puede ser más sencilla. Se trata de -simplemente- apagar. Desconectar (aunque sólo sea por un día) y envolverte en tus propios pensamientos.

Os aseguro que con el silencio la reflexión fluye con total libertad. No te digo ya nada si añades, además, naturaleza. Los dos entes casan de maravilla.

Aislarnos de la blogosfera, recluirnos en nuestra propia individualidad; saborear los mil y un matices de nuestra identidad. Eso es lo que propongo. 

Aunque sólo sea por un día a la semana.

 

1 comentario:

  1. Pues sí que dependemos mucho de las redes, y reconozco que tienen una adicción potente por la cantidad de ofertas que presentan. Pero estoy de acuerdo contigo, no tenemos que estar muy pendientes de este comunicador, porque los ojos se nos van a quedar tan pequeños, pequeños, como los de los ratones.
    Hay que dejarlos de lado por tiempos pensados, no como casi para volver al tiempo de las velas de cera, pero sí para buscar la serenidad de reflexión.
    Como dices, buscar refugios en la naturaleza, en los libros o en otras actividades, te alejan de esta modernidad.
    Tus reflexiones tienen mucha validez.
    Me gusta la entrada de Aghata Christy.
    Saludos de Javier.

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