Pasadera es diferente. No llegó a la huerta zaragozana por su propio pie. La trajeron varios agricultores para cubrir parte de una acequia que pasa por el camino.
Desconozco sus orígenes pero no creo que la fueran a buscar muy lejos. Tampoco se cuanto tiempo hace que la ubicaron en su actual emplazamiento. En todo caso, si pudiera hablar, seguro que también nos contaría suculentas historias de su nacimiento y posterior devenir pétreo.
Los átomos de Pasadera, al igual que los de todo lo que existe, fueron configurándose con el paso de millones de años para dar una piedra como resultado. De momento la dejamos reposar, tranquila, realizando su función. Seguro que se siente orgullosa de la misión que tiene encomendada. Y, además, de vez en cuando disfruta escuchando el titileo del agua discurriendo mansa debajo de ella ¿Qué le deparará el futuro? Me encantaría poder visualizar a cámara rápida có
mo terminará Pasadera su existencia.
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