Medio corazón. Esa es la forma de la nueva piedra que traigo a exposición pública. Su peculiar color violáceo delata, quizás, su origen ígneo y, ampliada en la pantalla del ordenador, parecería como si crípticas inscripciones sólo visibles para expertos geólogos anunciaran alguna suerte de evento indescifrable.
No sé cuanto tiempo permanecerá en el camino ni qué o quién será la que la remueva, pero es muy probable que ella disfrute de acontecimientos que ya habrán quedado vetados para mí.
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