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viernes, 25 de marzo de 2022

ACO13 Pérdida de conciencia


El que quiera ser aguila que vuele, el que quiera ser gusano que se arrastre

 pero que no grite cuando lo pisen.

Emiliano Zapata


Todos los días, todas las personas experimentamos la pérdida de conciencia. Ocurre cada noche cuando nos vamos a la cama y nos dormimos. Sí, es cierto que durante algunos períodos del descanso se presentan los sueños pero, en general, no disponemos del recuerdo de lo que ha pasado por nuestro cerebro durante toda la noche

La pérdida de conciencia también puede sobrevenir como consecuencia de un desmayo, de un traumatismo o, en general, siempre que se presente una insuficiencia de riego cerebral.

Evidentemente, la muerte supone la pérdida definitiva de nuestra conciencia. Cuesta aceptarlo pero es así. A partir de un determinado momento (en el que no todos los especialistas se ponen de acuerdo) la conciencia se apaga.

Así que si nos quedaba alguna duda de lo que puede suponer nuestra propia desaparición, ahí tenemos la respuesta: sencillamente nuestra conciencia se apaga. Ya nada nos importa ni nada nos inquieta. La percepción del mundo exterior se desvanece así como nuestra misma autopercepción.

De todas formas todavía no se conocen con precisión cuáles son las características exactas que las personas sufren cuando pasan por la muerte y si existe una experiencia universal que todo el mundo experimenta cuando morimos

Pero... ¡No nos pongamos dramáticos!

La naturaleza ha ideado este genial mecanismo al que llamamos conciencia de tal forma que nos sirva para afrontar los desafíos de la vida. La evolución humana ha girado hacia una mayor autoconciencia y, por tanto a una mejor adaptación al entorno cambiante de la sociedad y del mundo.

Mucho se ha investigado y se sigue investigando sobre la pérdida de conciencia. Existen también los llamados "estados de mínima conciencia".

 Hoy mismo venía en el periódico la noticia de un paciente con ELA que, a pesar de estar totalmente inmovilizado todavía tenía conciencia. Este hecho lo han aprovechado los científicos para practicarle un implante con unos sensores que le han permitido comunicarse directamente desde el cerebro al ordenador.

Quizás nos da un poco de repelús la idea de perder definitivamente nuestra conciencia pero lo cierto es que ya estamos muy entrenados. Sabemos lo que ocurre y lo experimentamos noche tras noche. No hay que tener, por tanto, ningún miedo a la idea de que algún día tendremos que abandonar definitivamente este mundo.

Bueno, amigos. No os quiero dejar mal sabor de boca.

¿Qué tal si nos despedimos con una canción?

Ahí va Vicente Fernández interpretando "La muerte"


2 comentarios:

  1. Complicado tema, José Luis, de proceso y adaptación de nuestra vida al paso del tiempo.
    Si lo piensas en frío cuando desaparezca la conciencia tiene que ser terrible, pero la naturaleza dota con resortes a la mente humana, la resiliencia, que hace, que con la edad, todo se asuma con normalidad.
    Lo mejor disfrutar del día a día, y después ya veremos.
    Aquí no nos quedaremos para muestra.
    Saludos profesor.


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    Respuestas
    1. Si, afortunadamente mantenemos un elevado grado de resiliencia para afrontar los desafíos de esta etapa de la vida, Javier.

      Perfecto comentario.

      Gracias.

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