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viernes, 19 de febrero de 2021

Gregorio



La mejor forma de predecir el futuro es crearlo. 

Abraham Lincoln.


En mis múltiples idas y venidas a Villamayor, casi siempre a la misma hora de la mañana, me encontraba con un señor ataviado con chaleco reflectante caminando por una orilla de la carretera.

Hiciera frío o calor, lloviera o diluviara, el hombrecillo, impertérrito seguía su plan: continuar caminando.

Por lo que fui deduciendo, nuestro protagonista hacía el viaje de ida al pueblo y el de regreso ya que unas veces me lo encontraba andando en dirección Zaragoza y otras haciendo el recorrido en sentido inverso.

Pasado un tiempo ya me había acostumbrado a considerarlo como parte del paisaje y casi casi como un indicador de normalidad fueran cuales fueran las circunstancias meteorológicas o ambientales.

Ante tamaña demostración de constancia, no podía menos que preguntarme por los motivos que le impelían a materializar semejante objetivo. Siempre me han admirado las personas constantes, las que no desfallecen ante los retos y continúan con su obra sean cuales sean los propósitos que les impelen a realizarlas. Así que un buen día decidí parar el coche y abordarlo en la carretera.

Nuestro hombre se llama Gregorio. Jubilado ya. Y viudo. Una persona sencilla y afectuosa que, enseguida, se avino a departir un rato conmigo.

"El primer día de mi jubilación le dije a mi mujer que yo no podía estar encerrado en casa. Que le invitaba a que viniera conmigo a caminar por la mañana y que los dos nos podríamos dar nuestros buenos paseos."

Como la señora no se animó a seguir su plan, de mutuo acuerdo quedaron en que él se daría la vuelta mientras su mujer se quedaría por la casa y prepararía la comida.

Dicho y hecho, Gregorio se puso en marcha para materializar su plan. Y así lo ha hecho durante los últimos 20 años. Sin fallar un solo día. Hasta hoy.

"Yo no soy hombre de bares" -me comentaba confidente- "La mejor forma que he encontrado de darle sentido a mi jubilación es caminar. Caminar todas las mañanas desde Santa Isabel a Villamayor; meterme por la Avenida de los Estudiantes y volver de nuevo al barrio"

Con 86 años cumplidos continúa con su misión día tras día. "Hasta que las piernas aguanten" -me confiesa-. No me digáis que esto no es digno de admiración.

Los días de confinamiento obligado lo pasó muy mal. Tuvo que hacer un alto y aparcar durante ese tiempo su determinación de seguir andando. "Vi que perdía fuerza en las piernas" -reconoce- "Nada como el entrenamiento para mantenerte en forma".

Como ya hay confianza, ahora cuando voy para Villamayor y me lo encuentro, lo saludo con un destello de las luces. No le pito para no perturbar su paseo. Él alza la mano y responde vehemente a mi saludo. 

Me veo y pienso que soy un poco como Gregorio. Perseguir un empeño y disfrutar haciéndolo sin desfallecer. 

¡Seguro que es por eso que hemos congeniado tan bien! 

1 comentario:

  1. Si qué es verdad que tú y el señor Gregorio, sois dos personas disciplinadas, la constancia es vuestra imposición para que nada se pare.
    Se ve claramente que el motor y la mente van a la vez, eso es cosa buena.
    A veces en la observancia conoces a personas que le han dado a la vida mucho dinamismo, es un hallazgo, que reconoce con tu saludo, que estás en su onda.
    Son los pequeños retales de la vida los que a veces te sorprenden.
    Cálido artículo, José Luis, saludos.

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